Ante la sobredosis de ciudad, un poco de desierto para iluminar los corazones.
martes, 31 de julio de 2007
Yo me pregunto
¿Necesitamos que la policía tenga más armas para propiciar la corrupción, o más bien todo lo contrario?
(Un pensamiento político que nada tendría que hacer aquí. Esto es como mear fuera de la bacinica. Disculpen si los salpiqué).
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 21:27 1 comentarios
Residuos literarios
A veces pienso que he leído demasiado a Fernando Vallejo. Esas veces me descubro por la calle diciendo "qué bonito perro, pero... pobre, qué feo dueño tiene".
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 21:14 0 comentarios
lunes, 30 de julio de 2007
Living el sex(t)o aniversario
La multitud te abraza. Hombres semidesnudos. Hombres que se rozan. Hombres. Chavitos. Hombres. Mujeres. Jotas. Jotos. Maricas. Putos. Putas. Sexo. Feromonas. Sudor. Wax. Saliva. Brillantina. Sexo. Voces. Ruido. Pum pum pum, catapum pum pum.
Tu corta estatura te pone en desventaja. Tus estrógenos, también. Tus senos, sí. Tu look no-muy-vintage-ni-muy-retro-sino-simplemente-anticuado, por supuesto. ¿Qué haces aquí?
Ella voltea hacia ti, hace una mueca, sonríe, te toma de la mano, susurra (a grito pelado): "anda, vamos a bailar". Piensas: ¿bailar?, ¿cómo?, ¿dónde? Vaya, ¿en qué espacio?
Se abren paso. Un golpe en la espalda. Un pisotón en el pie derecho. Alguien te toca la nalga. Te escupen en la cara.
Hace calor.
No hay aire.
Te sofocas.
No has bebido: no estás feliz.
La barra está lejos, pero vale la pena intentarlo.
Cruzas de nuevo, en sentido contrario. Un golpe... Un pisotón... Alguien te toca... Te escupen....
Llegas.
Te apoyas, con confianza, exiges lo tuyo.
Lo tienes: un vaso transparente, con bebida transparente, hielos transparentes y popote blanco.
Bebes.
Ah.
"¿Qué hago aquí?", piensas.
Bebes.
Ah.
"Qué importa", respondes.
No eres nadie. Lo sabes. No quieres saberlo. Pero lo sabes. Eres un producto. Un producto que consume. El sistema la ha armado en grande: creó un producto que consume. Admiras por un momento este hecho, y también que lo hayas pensado.
Bebes.
Ah.
Bailas con ella.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 12:16 1 comentarios
Vodka tonic
Anoche fui al super. Tenía sed. Paseé por los pasillos. Se me antojaron unas cervezas Gallo. Cambié de idea, giré al estante que estaba a mis espaldas. Vodka.
Vodka francés.
Vodka gringo.
Vodka mexicano (no, gracias).
Vodka sueco: Absolut.
Me decidí por la marca, a pesar del precio. Me llevé el Citron, con un six de Schweppes.
Hoy despierto sin cruda, pero en lunes. Voy al Sanatorio Español, donde internaron a mi roomate (nada demasiado grave, no se asusten). Ya están por darla de alta. Esperamos un rato: su mamá hace cuentas, una de sus hermanas platica, la otra se lleva las almohadas que les cobraron.
Me llega un sms: "ya viste lo de Bergman?"
Pregunto: "qué?"
Me responden: "murió"
Abandono el nosocomio. En el estacionamiento (donde no dejé mi auto, con tal de ahorrarme unos veinte pesos), pienso: aquí nací yo, hace casi exactamente 29 años. Me invade la nostalgia.
En el auto, oigo la radio. Un tipo aconseja a la gente de mi edad que se ponga a trabajar, porque dentro de 30 años habrá en México cerca de 22 millones de viejos (yo tendré 59, apenas). Nadie nos garantiza una vejez tranquila. Nadie me garantiza la felicidad. Moriré.
Llego a casa. Las ventajas del freelance, me recuerdo mientras me despojo de unos jeans demasiado calientes y me ensarto en unos shorts veraniegos. Soy pobre, pero no tengo calor ni me duelen los pies por los tacones. Si me dan a escoger, escojo mi vida.
Sirvo otro vaso de vodka tonic. Vodka sueco, claro. Con los granos de la más alta calidad. Como los granos argentados de Persona, Shame, Scenes from a Marriage, Fanny & Alexander.
Requiescat in pace, Ingmar Bergman (1918-2007).
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 10:29 0 comentarios
domingo, 29 de julio de 2007
Suele pasar
Es un día cualquiera: lunes, martes o soleado domingo. Uno (en este caso, yo; en cualquier otro, y de ahora en adelante, El Escritor En Ciernes) realiza alguna labor cotidiana o extra-cotidiana: lava los trastes, alimenta al gato, tiende o dobla la ropa, platica desnudo con su pareja, conduce por una avenida a más de 90 km/hr.
De pronto, llega: la inspiración. Una frase, dos, el inicio de un cuento, de algo, de un texto cualquiera (de ahora en adelante, La Historia). La imaginación sigue su curso mientras El Escritor En Ciernes se halla en pleno jaleo doméstico/laboral. La Historia adquiere forma, volumen, profundidad, textura, color, temperatura.
Pero El Escritor En Ciernes simplemente no puede abandonar la tarea que ejecuta: si deja de lavar, la pila de trastes llega al techo; si no alimenta al gato, éste maúlla y los vecinos se quejan; si olvida la ropa, llueve; si se sustrae de sus deberes conyugales, ya sabemos; si suelta el volante, choca.
Así las cosas, El Escritor En Ciernes procura abrir un documento en su laptop mental, para ir archivando los hallazgos, las bien construidas frases, los adjetivos pertinentes, los personajes, etc.
Sin embargo, La Historia, como cualquier amante, es celosa. Al sentirse despreciada, y tras una noche de largas y agitadas ensoñaciones, La Historia aprovecha el descuido de El Escritor En Ciernes para mandar a la papelera (llamada 'de reciclaje', si El Escritor En Ciernes no conoce el mundo Mac) cualquier rastro de su existencia.
A la mañana siguiente, El Escritor En Ciernes despierta, aturdido pero contento. Soñó, vio cosas, voló quizá. Al cabo de unas horas, una presencia, o mejor dicho, una ausencia, se arremolina en su cabeza. El Escritor En Ciernes recuerda, entonces (y no antes), que olvidó La Historia. Encontrándose, pues, en ese estado de abatimiento, El Escritor En Ciernes destapa una cerveza, se sirve un vodka, prueba algún licor, y se sienta con los codos puestos sobre la mesa. No llora, no. El Escritor En Ciernes sabe muy bien que, en estos casos y como solía decir su madre, ya ni llorar es bueno.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:19 4 comentarios
viernes, 27 de julio de 2007
Biografía de un séptimo falso camaleón
Era siniestro y todos le temían. El portón del número 66, en el corazón del 6ème arrondissement, hacía helarse la sangre de cualquier viandante, local o extranjero. Se corrían rumores diversos sobre su inquilino. Algunos hombres decían que bebía sangre de animales. Las comadronas sugerían que había matado a su madre durante el parto. Las doncellas se guardaban de mirarlo siquiera. Los señores lo evitaban con cortesía. Nadie, jamás, le había dirigido la palabra.
Pero llegó ella, con sus siete añitos a cuestas, y cuando lo vio echar el cerrojo a su mansión, dejó la mano de su madre y se abalanzó sobre su cuerpo, abriendo los brazos.
Fueron los diez segundos más largos para los parisinos que, dirigiéndose a sus labores cotidianas, pasaban por la rúa del Siniestro. Pensaron: 'la ahorcará'. Murmuraron: 'está perdida'.
Y... no. Cuando terminó el abrazo, las ropas del Siniestro cayeron sobre la acera.
Días más tarde, algunos periódicos referían que los gendarmes habían prendido a un individuo en el Jardín de las Tullerías. Andaba desnudo, abrazando a la gente.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 10:52 0 comentarios
jueves, 26 de julio de 2007
Biografía de un sexto falso camaleón
Cuando nació, fue nuestro botón de rosa. En la foto de su bautizo, parecía un jazmín. Empezó a dentar y la llamé girasol con semillas. Ya andaba y trepaba por las mesas cuando la apodé bugambilia anaranjada. Entró al colegio y era nuestro tulipán holandés. Un día nos anunció que se casaba: mi Margarita se iba a vivir con su Azucena.
Mi flor se quedó sin abeja.
Ahora tengo un jardín para extrañarla más.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 17:26 2 comentarios
Biografía de un quinto falso camaleón
Sonó el teléfono. Tomé el auricular y contesté, seco. Ella no llamaba para decir que lo sentía. No llamaba tampoco para ver cómo había estado en estos veintitantos años de separación. Mucho menos llamaba para darme la buena nueva de que volvía.
Llamaba para informarme que yo había muerto.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 17:24 0 comentarios
Biografía de un cuarto falso camaleón
La llamaba Marianne y cada día, cuando nos subiámos al trole por Avenida Coyoacán, le regalaba un nuevo adjetivo a sus múltiples atributos.
Primero fueron los labios: abultados como oruga en metamorfosis.
Después los muslos: de barro torneado.
Luego el cabello: de cascada turbia dorada al atardecer.
Siguieron los pies (de gacela), el mentón (de helado de fresa), los párpados (de mariposa), los pómulos (como manzanas), el cuello (turris ebúrnea), los iris de sus ojos (miel sobre hierba fresca del campo), los pechos (porción exacta para la concavidad de mis manos), su espalda (resbaladilla que va del cielo a la gloria)... y así indefinidamente. Sólo faltaba su mano, que una vez llamé 'alabastrina', otra 'nívea' e incluso cometí la indecencia de inventar el término 'porcelínica' con tal de hacerla mía.
La tarde que finalmente encontré el calificativo adecuado para ir a pedir esa palma suya tan incendiada de dedos, mi padre llegó con una sorpresa para mí. Me regaló un Mercedes del año.
Dos años más tarde, sin jamás haber cruzado una palabra con Marianne, a quien jamás volví a colgarle palabras viajando en trolebús, dejé en el altar su cuerpo adjetivado para tomar por esposa a la estólida hija de algún amigo de mi padre. Mucho después, mientras abría las páginas del periódico a la hora del insípido desayuno que preparaba mi mujer, cayó en mi regazo un afiche publicitario: anillos de compromiso se montaban a horcajas en los dedos de la alabastrina, nívea, porcelínica, pero sobre todo perdida-para-siempre mano de Marianne.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 17:02 0 comentarios
Biografía de un tercer falso camaleón
Un día, sólo uno en toda mi vida, desperté agitado. Yo, que solía dormir boca arriba y así mismo recibir cada mañana; yo, que nunca arrugaba las sábanas ni mis ropas de noche; yo, que jamás había hecho que rechinara mi cama de madera... desperté en el suelo, boca abajo, desnudo y con mi camisón de noche amarrado de una pierna.
Había tenido un sueño.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 16:55 0 comentarios
Biografía de un segundo falso camaleón
Corrí tan deprisa como pude. Me senté pronto en la banca, con la libreta sobre las piernas y las puntas de los pies rozando el suelo. Erguido, muy erguido, la cabeza derecha, los brazos quietos, la sonrisa amplia y los ojos bien abiertos. El sol brillaba en mis dientes de leche y en el charol lustroso de los mocasines. Sudaba un poco, pero no quería quitarme el suéter: me veía mejor con él que con sólo la camisa. Dieron las dos en punto y comenzaron a desfilar.
- La mamá de Juan
- La nana de María y Clara Luz
- El papá de Arturo
- El hermano mayor de Alberto
- La abuela de Enrique
- La mamá de las niñas Riquelme
- Los tíos de Jaime y Patricio
- El abuelo de Alicia e Isabel
- El primo de Roberto
- Los papás de Rafael
- La tía de Sofía
A las dos con cuarenta minutos, la Madre Bertha echó un vistazo a la banca.
- Ay, Luis, ¿qué haces aquí? Ándale, córrele, que ya estamos sirviendo la sopa.
De su mano, entré casi arrastrándome de nuevo al internado. Nadie se había confundido de hijo. Tampoco hoy.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 16:43 0 comentarios
Biografía de un primer falso camaleón
Destinada como estaba al fracaso, nunca quise dar signos de debilidad para que no se lanzaran contra mí desde mi más tierna infancia. Quería disfrutar de la apacible levedad de unos veranos tirada al sol, sin oficio ni beneficio, dedicada sólo a cortar frutas de los árboles y a mojarme en el estanque de la casona veraniega en Capri. Se me antojaba pasar algunos inviernos más recluida en la sala de los tapices, oyendo los copos de nieve caer en sordina sobre el jardín, rodeada de retratos de gente adusta, con sus grandes peinados y enormes vestidos. Ansiaba los otoños de paseos vespertinos, las primaveras con asma. Tenía ganas de una vida sin propósito ni sentido, como la de un escritor, pero sin el desasosiego.
Entonces murió mi madre. Le siguió mi padre. Mi tío, un barón notabilísimo que solía publicar sus reflexiones en el diario, me adoptó. Cuando él murió, heredé su biblioteca, su pluma de ganso, su tintero y, también, su manía. Entonces fue cuando empecé a fracasar rotundamente. Me dediqué a escribir.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 15:49 0 comentarios
Manifiesto camaleónico
¿Qué tan falsos son estos camaleones?
Tanto como el mundo que los circunda.
Tanto como el significado de estas palabras.
Tanto como sus lectores.
Tanto más.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:57 1 comentarios
lunes, 23 de julio de 2007
Mudanza
Con cuidado... con cuidadito... ¡no, no!... no se detenga... quebrándose, quebrándose... más pa'cá... gire pa'l otro lado... ¡pero no abandone el peso que se me rompe!... más, más... sígale... ahí va... ahí la lleva... ya mero, ya merito... no se me desanime... unos escaloncitos más... no se detenga... ándele, así mero... ahora con confianza... ¡con confianza, le digo!... sí, eso es...
Ya la hizo. Ándele, muy bien. Ya tiene sus 29 años bien colocaditos.
***
No sé qué esperar: las felicitaciones de mis enemigos o las condolencias de mis amigos. Una cosa sí es segura: en el super (sobre todo en salchichonería) ya no me van a bajar de 'señora'. Me lleva la que me trajo*.
*Advertencia para jóvenes lectores*
La autora usa aquí una frase que estaba de moda en su época, que podríamos traducir al español contemporáneo como 'no mames, wey'.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:53 1 comentarios
Saturday night live
Su rostro resplandecía con la luz ambarina que caía en cascadas bajo la lluvia. Grandes gotas de agua le mojaban el rostro, seco, atravesando el parabrisas. Sus dos ojos al abrigo de sus dos paraguas me miraban, tiernos. Un resplandor azul se posó en sus labios: el celular relampagueaba. El brillo se adhirió a la superficie pegajosa por donde salen sus palabras y sus besos. Luego cambió la luz. Llegamos a la plancha del zócalo. Bajamos del auto.
Saludé a los novios. Ellos me miraron intrigados. Mi boca sonreía, con los tonos azules de un Nokia rosado.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:12 0 comentarios
El Juego de los blogueros
Por metiche, me enteré que mi amigo Guillermo había sido invitado por Lorena (a quien ni él ni yo conocemos) a participar en un 'jueguito' de blogueros. Hasta ahí, todo iba bien, porque yo no estaba involucrada. Pero... resulta que Guillermo me invitó a mí junto con otras 7 personas a seguir la cadenita (en realidad, Guillermo invitó a las 8 primeras personas que aparecían en los links de su blog, así que probablemente no me eligió a propósito, sino para evitarse la fatiga de pensar nombres). Como soy muy responsable, cumpliré con El Juego (me pregunto si Zagal, a quien le gusta hablar de la Ética aristotélica y esas cosas, hará lo mismo).
REGLAS:
1.Cada jugador(a) comienza con un listado de 8 cosas sobre sí mismo(a).
2. Tiene que escribir en su blog esas ocho cosas, junto con las reglas del juego.
3. Tiene que seleccionar a 8 personas más para invitar a jugar, y anotar sus blogs/nombres.
4. Debe dejar un comentario en los blogs respectivos de quienes han sido seleccionados, refiriendo al post de El Juego.
Próximos invitados: GeZejel, Selma Sultana, el Charp, Miguel Tormentas, la Mamá de los Pollitos, Isman Bossa, Tanitta y el desconocido y abominable Mario Flores.
1. Me aterra empezar a escribir.
2. Siempre quise ser actriz. Ahora lo soy.
3. Me gusta ser breve, sobre todo cuando no tengo chistes que contar.
4. Mi signo es leo, y soy cliente frecuente de Gandhi, también.
5. Mi lugar preferido no es el desierto, pero siempre termino ahí.
6. Hace un año conocí a la mujer de la que sigo enamorada, trescientos sesenta y tantos días después de haber visto su perfil en hi5.
7. Me gusta hablar de mí, pero no en una lista de ocho puntos.
8. Soy adicta a los gatos, el cine, la literatura, la comida, la música de los Beatles, los cigarros y las cervezas. Podríamos decir, al final de la cuenta, que soy bastante convencional.
Les toca.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 08:19 2 comentarios
Hace veintitantos años
La edad me pone nostálgica. Y, bueno, quién no se pondría así viendo que cumple ya 29 años. No 27, no 28... no. Veintinueve. Hace diez años que regresé a México, sola, para convertirme en 'poeta', decía yo. No sé si soy poeta, pero al menos ya tengo mi licenciatura en Filosofía y mi diploma de actriz.
Pero basta de rollos. Los invito a bailar. Sólo tengo que decidir dónde será el festejo. Quizá Mama Rumba sea la opción.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 08:00 1 comentarios
jueves, 19 de julio de 2007
Haciéndole a un amigo un favor
Vayan. Dice Guillermo que va a estar bien. Yo tengo mis dudas, pero no me hagan caso. Nunca he leído el Cuaderno Salmón. Sólo sé que es caro. Y mamón.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 22:50 1 comentarios
De-vuelta
Con:
- bombo y platillo
- inspiración
- licencias poéticas
- un texto frejquito para el taller de dramaturgia
- una musa que hace pichí
Mis camaleones y yo, Tinajero el navegante, estamos de regreso. Los aplausos al final. Alégrese quien quiera: yo me ofrezco.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 00:33 1 comentarios
Los trabajos y los días de Ignacio Íñiguez
Mi lugar de trabajo. Mi muy limpio y espacioso lugar de trabajo. Paseo entre los escritorios. El típico ruidito de las luces de neón. Nadie ha llegado todavía. Me gusta la puntualidad. Así soy yo: puntual. Sí, puntual y pulcro. Papeles por aquí, papeles por allá... Hoja de servicio... a la basura. Una nota personal de... ¿quién? “Cliente tal / llamar mañana / 5687 2522”. Trazos rápidos, fuertes, con tinta negra. Tiene carácter. Sí, mjm. Al cajón de los recuerdos. Hoy me llevo otro sobre. Mi zapato izquierdo rechina. Aquí estoy, en mi escritorio. Aspiro fuerte... Ahhh... Nada. No huele a nada. Totalmente limpio. Esta sensación... me gusta. Sí, me gusta. Una mancha en la pantalla de la computadora. Saco un pañuelo del bolsillo y... listo. Ya está. Ahora sí. Vamos a ver. Orden. Ante todo, orden. Las ocho en punto... ¡Ay, Norma...! ¡Normita! Pero qué bien se ve hoy con esa falda roja. Mira nomás esas caderas, se le va a salir el culo si lo sigue moviendo así. Hola, Norma, qué bien te ves hoy. No, no, así no. Norma... Normita, ¿quieres tomar un café conmigo? No, claro que no. Mmm. ¿Le digo que soñé con ella anoche? Norma, soñé contigo anoche y pensé... No, no. No seas estúpido. Nunca le has hablado. No puedes llegar así como así. Tienes que... pensar bien las cosas. Primero lo primero... Estoy sudando. Debe ser el traje. La corbata me aprieta un poco. ¿Qué... diantres...? Nadie lo ha notado, no te asustes... Tengo que ir al baño. Nunca me había pasado tan temprano. No debí ponerme este pantalón. Me queda muy ajustado de aquí. Levanta la cara que te están viendo. Eso, sonríe. Aquí no pasa nada. Enciende la computadora, acércate al escritorio. No. No. Mejor no te muevas. Una cucaracha, dos cucarachas, tres cucarachas... cuatro cucarachas... Ya está... Ahora tengo náuseas. Mejor eso que lo otro. Carajo, su perfume. El de los días de fiesta. Claro, por eso la falda. Está hablando con el supervisor. No voltees, no voltees, no... Volteaste. Saluda al supervisor con tu bonita cara de esclavo. Que vea tus dientes blancos. Que perciba tu completa sumisión. Déjalo sentirse superior. Así. Muy bien. Ahora regresa tu vista a la pantalla, que no te pregunte nada, que no se acerque... Listo. Imbécil de mierda. Como si lo mereciera, el tarado éste. Sin ti, no es nada. Lo sabe, y tú sabes que lo sabe. Y él sabe que tú sabes que lo sabe. No tienes problemas con la autoridad: la autoridad tiene problemas contigo. Siempre. Bueno, no es mi culpa. No puede decirse que sea mi culpa. Si no pueden conmigo, que me corran. Pero no, claro que no, no lo harán. No tienen cómo. Soy in-ta-cha-ble. El empleado ejemplar. Puntual, pulcro... eficaz. ¿Alguien fundió una computadora? Yo lo resuelvo. ¿Se perdió toda la información en el departamento de ventas? Aquí estoy yo. Eres... brutal, Íñiguez. Quién lo diría, ¿verdad? Quién lo diría... del pendejito aquél al que su mamá le llevaba sándwiches de frijoles con huevo para que almorzara en la secundaria. ‘Coma sin pena, mijo’. Con sus manos grasientas. Tengo náuseas otra vez. Ya le llamaré, algún otro día. Hoy no. Hoy es día de fiesta. En casa del supervisor. Martínez. ¿Martínez o Gutiérrez? No, no. Martínez. Estoy divagando. Sistemas, habla Ignacio Íñiguez, ¿le puedo ayudar en algo? Mi trabajo. Ah, cómo me gusta mi trabajo.
***
La tercera es la vencida.
Mi texto para el taller de dramaturgia.
Échenlo a los leones.
Que lo despedacen a gusto.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 00:27 0 comentarios
domingo, 15 de julio de 2007
En menos de un mes
¿Querrás ir a bailar otra vez conmigo?
¿Dudarás cuando te diga que te amo mientras esperamos el auto?
¿Dejarás que te robe un beso?
¿Me seguirás queriendo a pesar de mi avanzada edad?
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:22 0 comentarios
jueves, 12 de julio de 2007
Divertimentos para combatir el estrés
3-0
La vocal de su nombre es el balón que jamás llegó a las redes.
Cumpleaños
Pensaron que debían festejarlo con goles. Mala cosa que los mexicanos no pensaran lo mismo.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:55 0 comentarios
Hurto
"I know nothing in the world that has as much power as a word.
Sometimes I write one, and I look at it, until it begins to shine".
Emily Dickinson.
**
Cortesía de la comadre de mi mujer.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:14 2 comentarios
lunes, 9 de julio de 2007
Mi prima Inés
Con sus pecas y su sonrisa bien amplia, sólo la he visto dos o tres ocasiones en persona. Hace un par de noches, se me apareció en un minúsculo álbum fotográfico al que llegué por puro azar.
El mundo, bien lo dice Disney, es tan pequeño como un ajonjolí.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 10:27 0 comentarios
jueves, 5 de julio de 2007
Generación de Actores
(Favor de dar click en la imagen para apreciar el detalle de la felicidad que trae el haber terminado un ciclo)
Contrataciones e informes: aquí.
Servicios: interpretación de papeles trágicos o cómicos (al gusto del cliente), happenings, performances, chistes bien o mal contados, animación de fiestas et aliud.
Cheers!
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 19:02 3 comentarios
Un cabo suelto
Hoy nace Ignatius Flamboyán.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 07:59 0 comentarios
miércoles, 4 de julio de 2007
Fragmento de la memoria
Hoy las palabras salen como humo de mi boca, como el humo disperso, desordenado, que encuentra en el caos la razón de su orden. El cielo azul, y más azul el tiempo. Allá, lejos, fuera de mí, los árboles se ríen al son de luces, breves notas amarillas, verdes. Hay en el aire un dejo de melancolía, pero blanca. Conozco el sol por los reflejos ingenuos de los álamos, allá fuera. Mécense tranquilos, casi podría decir impávidos, con una brisa de mar que nos llega, no salada, alada. El tiempo lo miden las ramas coloreadas, los destellos inconstantes, arrítmicos, en las hojas. Allá fuera, lejos de mí, el tiempo se resbala, acuoso, por los canales de las plantas.
A decir verdad, no son álamos, pero me gustaría que lo fueran. Los álamos me recuerdan esa tierra, la tierra donde fui polvo, el polvo fino del desierto que se va haciendo dunas en la delgada línea horizontal. Los álamos, repito, me recuerdan a mi padre. Mi padre habla poniendo su palabra en eso, allá fuera. Su dentro está lleno de presencias extranjeras, de tiempos naturales. Mi padre casi es el álamo amarillo que está en el jardín. Hace un ruido, como de piedras fluviales, como de gotas pequeñas, como murmullo liviano. Ese ruido son sus palabras. Más lo oigo conforme más lo agita el viento. El viento, a veces, es el dolor del movimiento, la vejez, la muerte, tener que vérselas con eso. Mi padre habla cuando lo agita el viento. Pero habla en los signos distraídos de un álamo, del álamo batido por el viento. Inhóspito debe resultarle el cielo claro cuando no hay viento. Y doloroso, por el viento. Siempre es mejor el viento que el sofocante calor de una tarde estática. Mejor el viento. Mi padre es como la tarde clara que se rehace en vientos, que se reduce a breves destellos agónicos de sol, del sol tranquilo de nuestras tardes. Él es el rumor de un álamo al viento. Yo sólo soy un polvo fino, que viaja desde sus pies hasta la duna vecina. Allá fuera, lejos de mí, está mi padre, hablando en el rumor incomprensible de un aire persistente. Una brizna liviana se alza desde su sombra. Al proferir palabras, humo en espiral, difuminado, la brizna se hace con mis palabras. Allá fuera, en mis palabras, alcanzo la noticia esquiva de sus rumores. Mi padre, el álamo siempre frágil y lloroso, sereno, desprende raídas briznas al caminar. Yo, lejos, atestiguo el volar de las briznas, su levedad alegre.
Mi padre no lo entiende, pero él es un álamo allá fuera. A veces, furioso, como ahora mismo, un aire inesperado azota desde el centro del cielo. El aire no, pero el álamo se mece. Con sólo mecerse se presta al viento. Mi padre y el viento son más uno que dos distantes. En el rumor de hojas como de río suave corriente abajo, yo voy adivinando al viento, en mi padre. Conozco al viento, conozco a mi padre. En el hablar pausado y desmembrado de haces de humo, me voy acercando. Azul contorno que nos abarca. Contrasta el cielo detrás del vivo y exultante verde de mi padre. Sus ojos, verdes. Su risa, el verde amarilleado por el sol. Sus hablares, briznas sueltas. Cuando mis ojos se cuelgan, allá fuera, de una rama, también yo soy el álamo. Sutil híbrido de vida y palabra, de ruido que habla, destellos, colores, luces.
Esto es un estarse yendo. Allá fuera, no puedo evitarlo, eludir la realidad. Se está yendo. Aunque me cuelgue de la más firme rama, aunque el viento se compadeciera, él y yo nos estaríamos yendo. Él, quizá, más que yo. Por lo menos, él se estaría yendo de mí más que yo de mí misma. Los álamos, al irse, allá lejos, me recuerdan a mi padre. A mi padre le gusta hacerse con el viento, y con la luz que importa el viento, de más lejos que mi propia distancia. A mi padre le gustan esas tardes amarillas en que lo roza el viento. Yo le veo, distraído, dejarse revolver las ramas por una caricia de sol y de viento. Y, sin saberlo, sus colores son los colores que le trae el viento. Casi podría sugerir que él es viento, un viento de allá lejos, fuera de mí y de él mismo. Hace el viento al álamo como desea. Y el álamo, explosivo, llama al viento cuando es de tarde. Así se van, rozando en la íntima caricia de una llama, de un brillo peculiar de hojas. Quién fuera el viento para alcanzar su tarde. O quién fuera él y estar siempre embriagándose de viento.
El álamo, en esta tarde, es mi padre. Mis palabras, de humo suave, se van lejos, allá fuera, hasta su tarde. Hoy sólo somos palabras, viento, luz de la tarde, destello de hojas, un álamo que sólo es rumor amarillo en el hoy de la tarde.
***
Mixcoac
Octubre 2001
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 07:25 0 comentarios
- Ya estoy enterado de todo...
- Ah.
- ... y estamos 'muy contentos'. Todo es 'muy normal'.
- Ehm.
- Y perdóname pero ahorita no tengo ganas de hablar, ¿sí?
- Ajá.
- Adiós, mijita.
Tut-tut-tut-tut/
La cama se me hizo enorme.
Sentí que la pijama me nadaba.
Mis manos pequeñitas.
El techo, alto, muy alto.
Adentro, un hueco.
Un luto.
Una lágrima solitaria rodó cuesta abajo, y luego todas las demás cayeron en tropel.
Por él, soy fan de los Dodgers y de los Pumas.
Él hizo que me gustara Charlie Brown y Snoopy, y luego todos los beagles, y los gatos también, sobre todo los siameses.
Con él fui a Ciandonni muchas veces a comer 'helados-calientes'.
Él me dijo que, cuando nací, caí en una cubeta.
A él le dije que quería ser poeta.
Nunca hemos hablado de 'nosotros' y de 'nuestros sentimientos'.
Pero yo lo quiero a él.
Y sé que mi padre me quiere a mí.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 07:12 0 comentarios