lunes, 23 de julio de 2007

Saturday night live

Su rostro resplandecía con la luz ambarina que caía en cascadas bajo la lluvia. Grandes gotas de agua le mojaban el rostro, seco, atravesando el parabrisas. Sus dos ojos al abrigo de sus dos paraguas me miraban, tiernos. Un resplandor azul se posó en sus labios: el celular relampagueaba. El brillo se adhirió a la superficie pegajosa por donde salen sus palabras y sus besos. Luego cambió la luz. Llegamos a la plancha del zócalo. Bajamos del auto.

Saludé a los novios. Ellos me miraron intrigados. Mi boca sonreía, con los tonos azules de un Nokia rosado.

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