Estoy, por decir lo menos, extenuada.
Sin saliva por tanto hablar, con la confianza repartida en catorce porciones individuales y adivinando una migraña o simple jaqueca por falta de alimento. Desfallezco. Lo sé porque ni siquiera tengo ganas de leer. Y tan en gracia que me estaba cayendo el librito de cuentos de Maupassant. Ni modo. Mejor dormir, antes de empezar a creer que Beckett hablaba en serio.
sábado, 30 de junio de 2007
Confesiones de sábado por la noche
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:32
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1 comentario:
lee a murakami para que no se te ande cayendo el libro...
o si te interesan mucho las virtudes literarias y la estructura y todo eso mejor no
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