jueves, 2 de noviembre de 2006

Postal de aeropuerto

- Aviacsa vuelo dos-treintayséis con destino a Monterrey, favor de abordar por la puerta 6... Aviacsa flight two-thirtysix

Una mujer de pelos rubios y ondulados, regordeta y madura... tres gringos, dos de ellos viejos y en chalecos azules... cruzan frente a mí. Un hombre alto, canoso y medio calvo, acompañado por un señorcito de menor estatura. Vaya bolsa con brillantinas la de esa mujer. Cero estilo. Nada demasiado interesante camina o se arrastra por aquí. Una mexicana con tres hijos que parecen extranjeros, pequeñitos. Vuelve a pasar el gringo del chaleco (digo gringo porque quién más llevaría chaleco de cazador de cocodrilos en la ciudad de México), ahora en sentido contrario. Dos monjas, crucifijo de madera al pecho. Una mujer oriental y delgada, empujando una carreola. Entran dos gringos al Wings.

- Is this ok with you?
- (asentimiento ininteligible)

Toman asiento en la mesa de los gringos. Hace diez minutos, otra pareja estaba ahí: él, un hombre de bigotes, larguirucho, que por la gratitud que mostró la mesera cuando se fueron, debe haber dejado una propina generosa; ella, una típica güera que, en cuanto me sirvieron mi -vuelta a pasar el gringo del chaleco- cerveza oscura, y con cara de antojo, quiero pensar que por la cerveza, se me quedó mirando -she just stared at me!- mientras yo hacía como que la ignoraba, hasta que volteé la mirada y me encontré de frente con su cara estúpidamente sonriente justo a tiempo para que ella preguntara:

- Is it good?

y yo pensara "pues claro, pendeja, si no, ¿crees que la habría pedido?", todo con una enorme sonrisa en los labios, todo muy polite y poniendo cara de "ai don spik ínglich". No estoy de humor para socializar. Nunca lo estoy.

- Ensalara...
- Ensalada de pollo.
- Ensalara de poullo.

¿Serán de Miami estos gringos? De retirados por supuesto que tienen cara. No, no son tan viejos como para vivir cerca de los Everglades, aunque la piel de la mujer tenga una tonalidad de flamingo descolorido, y un gesto de comercial de detergente para ropa filmado en tonos pastel. Miami. ¿Por qué pienso en Miami? Miami makes me happy? No. Miami makes me... Ugh, dos tipos feos de la mesa de enfrente me voltean a ver, como zopilotes olisqueando la carroña. Lo cual me convierte, ipso facto, en carroña. Y a ellos en aves carroñeras. Prefiero ser carroña, que puede ser la de un león, a ser como ellos. En el celular, un mensaje cifrado del general Palma: "starbucks?", y respondo, en silencio, "starsucks", y pienso en ella, no en él. El Gordo, por mí, se puede meter su café por donde quiera. Me arden las orejas de lo calientes que están. Si ella pensara en mí... si se acordara... si se diera cuenta de que la estoy pensando ahora, justo ahora que mis queridos gringos viejos se comen su "ensalara de poullo" y hacen que se me antoje, no la "ensalara", sino estar ahora mismo con ella. A hora y media de partir rumbo a Torreón, me tomo mi cerveza oscura, con calma, doy gracias a la tecnología por permitirme escribir esta postal de aeropuerto desde la locación, y rezo a todos los dioses para que mi avión salga a tiempo, vuele ligero y aterrice sin tanto drama.

Un muchachito con acné y pelo rapado, playera azul celeste, lleva todo este tiempo hablando por celular, dando vueltas y más vueltas. Al fin colgó. Pasó frente al Wings y se fue. Yo también me voy. Estoy fabricando en mi cabeza una teoría, y necesito masticarla. Apenas pienso esto cuando vuelve el chavito con acné a colgarse del celular. Que le aproveche. Si fuera por mí, yo le daba un tiro sólo por puro coraje, porque yo no tengo un teléfono al que pueda marcar para decir frases cursis y ciertas.

- Aeroméxico vuelo dos-cero-ocho con destino a Torreón, favor de abordar por la sala 10... Aeromexico flight two-zero-eight

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