Una mujer -el cabello suelto como bufanda, negra, espesa- mueve su muñeca como aprendió a hacerlo en sus clases de piano. Dedos ágiles, dedos libélulas. Dedos de novia. Presiona, libera, presiona, libera. Sus ojos puestos en la partitura.
- ... qué te gusta, dime...
Presiona, presiona, presiona. El instrumento se afina.
- ... a mí lo que me gusta es...
Libera, presiona. Aria para una contralto.
- ... y que me beses...
Presiona, presiona, libera.
- ... así... sí... sí...
Presiona-libera: staccato. Diez compases más para el finalle. Notas arpegiadas. Dobles corcheas. Silencio de un compás. A en sordina. Otro silencio. Presiona, presiona. Último acorde, arriba, in crescendo. Y se acabó. Aplausos: una bien merecida ovación de tres minutos: besos, abrazos, humores, sudores.
hace un silencio abisal esta noche
pschit... ffff...
me iré a dormir
Se apaga la luz del cuarto. En el edificio de enfrente, Adrián recuesta la cabeza sobre el cojín del sillón y cae rendido. El cigarro se consume ceremoniosamente en el cenicero, hasta que por fin se apaga. Noche cerrada.
sábado, 7 de octubre de 2006
Noche XVII
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 23:40
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2 comentarios:
Mi segundo favorito
Uffffffff...
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