Cuando las decenas de personas que enviaron sus condolencias a la familia del supuesto esgrimista occiso supieron, por medio del mismo periódico que publicó sus obituarios, que no había muerto, enviaron -todas ellas, aunque cada una por su parte- nuevas misivas para ser incluidas en la edición dominical del diario. Después de todo, no era difícil creer que Lorenzo (Rubén Lorenzo) hubiera muerto en una clase, según lo contó una de sus amigas: quienes lo conocían de cerca le apodaban el Timothy Treadwell de la esgrima mexicana, dada su sabida y suicida costumbre de competir sin careta. Qué bueno que sigue con vida, o que la vida sigue con él.
domingo, 8 de octubre de 2006
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