sábado, 7 de octubre de 2006

Noche XVII

Una mujer -el cabello suelto como bufanda, negra, espesa- mueve su muñeca como aprendió a hacerlo en sus clases de piano. Dedos ágiles, dedos libélulas. Dedos de novia. Presiona, libera, presiona, libera. Sus ojos puestos en la partitura.

- ... qué te gusta, dime...

Presiona, presiona, presiona. El instrumento se afina.

- ... a mí lo que me gusta es...

Libera, presiona. Aria para una contralto.

- ... y que me beses...

Presiona, presiona, libera.

- ... así... sí... sí...

Presiona-libera: staccato. Diez compases más para el finalle. Notas arpegiadas. Dobles corcheas. Silencio de un compás. A en sordina. Otro silencio. Presiona, presiona. Último acorde, arriba, in crescendo. Y se acabó. Aplausos: una bien merecida ovación de tres minutos: besos, abrazos, humores, sudores.

hace un silencio abisal esta noche
pschit... ffff...
me iré a dormir


Se apaga la luz del cuarto. En el edificio de enfrente, Adrián recuesta la cabeza sobre el cojín del sillón y cae rendido. El cigarro se consume ceremoniosamente en el cenicero, hasta que por fin se apaga. Noche cerrada.