viernes, 20 de octubre de 2006

Noche 30

Asalto de madrugada. Despierta envuelto en agua, vendado en sábanas, los ojos disparados hacia el techo y pronunciando en un resuello

- ¿qué pasó?

mientras va tentando la cama para ubicarse, para saber dónde está, quién carajos es. Intenta apaciguar al caballo que le corre a galope en el pecho. Intenta pensar, serenarse. No lo consigue. Una luz entra por la ventana. Una lucecita violenta que se estrella de lleno en su cara. Algo suena. Lejos, menos lejos, cerca. Algo como cucaracha o marcador de béisbol.

- ¿quépasa-quépasa-¡quéseso!?

Lo alcanza a ciegas y sin ver dónde, lo tira, lo deja caer. Sigue sonando.

ti-ti-ti-tit
ti-ti-ti-tit
ti-ti-ti-tit

No sabe levantarse ni sabe si antes lo sabía y lo ha olvidado. No sabe aún su nombre, no sabe si está solo y si ser solo es condición de su naturaleza. No sabe

- nada.

Alguien lo ha matado en un sueño y ahora simplemente ya no es.

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