Por primera vez en diez años, quiero ir a Torreón.
Me haré a la mar, sola, sucia la cara, sin cambios de ropa.
Surcaré las bolsas de aire y llegaré mareada, hastiada de tanta estrella marina encontrada en lo alto del mar.
De pie, sin titubeos, los labios partidos y el corazón hecho mierda, miraré de frente al desierto, le hablaré al oído, lo insultaré con voz fuerte y me iré a beber un hojasé con él, llorando en el hueco de su hombro, abrazada y tiritando de rabia.
El destierro es desierto y es hambre: sol del desierto que arde.
Buscaré a los poetas que reptan entre las piedras, y me haré hombre con ellos, y cogeremos en la noche tórtolas para desplumarlas, locos todos, y ebrios, fantasmas muertos, no queda nadie, ninguno de ellos, todos se han ido.
Estamos muertos, qué importa, vamos al puente hasta volver a estar vivos.
viernes, 20 de octubre de 2006
La añoranza
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 06:20
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