martes, 3 de octubre de 2006

Intempestiva matutina

¿Se fue? ¿Me fui yo? ¿Alguien me puede explicar qué pasa conmigo? ¿En qué novela donde yo sea un personaje, bien sea secundario o simple comparsa, se cuenta la verdad sobre mí?

La alcancé en la parada que está junto al hospital, cuando el autobús estaba a dos minutos de arrancar. El auto volaba por la avenida, a más de ochenta kilómetrosporhora. Me gusta hacer ese tipo de cosas: rechinar llantas, hacer berrinche que implique riesgo, en una de ésas morir. Dejé el auto prendido, y en la radio sonando una canción de Andrés Calamaro. Me parece que era, ya saben, la que descubrí hace unos cinco años en circunstancias aún más desgarradoras. Todavía una canción de amor. Las llaves quedaron colgando en la ranura del encendido mientras yo, de golpe, abrí la puerta, me bajé. Tzaz. La azoté a mis espaldas y no sé realmente cómo transliterar el ruido. Intenté atender a ese detalle, pero Uncometa se estaba yendo. Caminé, primero como quien tiene todo el tiempo del mundo, luego trotando apenas, un trote ligero y con estilo -es mi película, pensé-, y finalmente corriendo. "¿Le grito o me pongo a su lado hasta que me sienta?". Los bufidos de mi mala condición física se me anticiparon, y me oyó cinco metros antes de que le rozara el hombro con una mano.

- Siento que te estoy quitando el tiempo.

Pero, bueh... ¿quién se ha creído que soy? ¿Una incapaz que no puede decidir con quién quiere estar? ¿Alguien sin voluntad? ¿Un bruto?

- Tomemos un break.

Llego a este punto de la narración a trompicones, sin saber exactamente quién dijo qué o cuáles fueron las palabras que Pojmanski me espetaba, unas con rabia, otras discretas. Para mis adentros, en secreto, muy en secreto, mi mente de actriz registraba las intenciones. Esto no lo digo casi nunca. Es como cuando Capote confesaba a sus amigos que los había convertido en literatura. Es inmoral. Y sin embargo, necesario. No, necesario no. Inevitable. Pero, bien, vuelvo. Apenas llego a este punto de la narración cuando Ascatazuna, la impertinentemente atormentada actriz italiana, abre la boca y me lanza una de esas miradas que podríamos llamar "¿eres-pendeja-o-te-haces?".

- Quiere salir con alguien más. Para eso son los breaks.

El ventrílocuo, un larguirucho con barba de candado, chistoso hasta las lágrimas, mueve la cabeza de arriba a abajo. Sí, también. Él lo cree. Él mismo ha pedido un break recién ahora. Para eso. Vaya. Qué estúpida que fui. Lo vi venir. Y todo por no saber quién carajos es Anaïs Nin.

Y entonces me encierro en un caparazón de nopasanada, acelero a cientodiez, abro la ventanilla y raspo la palma de mi mano contra la corriente de aire, cantando canciones de Muse que me hagan sentir menos mierda:

Starlight
I will be chasing your starlight
Until the end of my life
I dont know if it’s worth it anymore


Capote

1 comentario:

Anónimo dijo...

PRAZ sería una forma más adecuada de transliterar el sonido de una puerta que se azota. pero en negrillas. con énfasis. con enjundia, diría mi madre.