domingo, 9 de noviembre de 2008

Las cobijas del sol (parte uno)

Dicen que en el desierto se queman las naves de papel. Que las dunas son mar de arena. Que los cantos de sirena suenan a oboe. Que todo lo consume el tiempo y nada queda para después.

Dicen que el desierto reclama a sus lagartijas. Que Tinajero ha de volver a los torbellinos de aire. Que los ríos se han secado y el tiempo es propicio.

Dicen que el desierto vive en mí y yo vivo en el desierto. Dicen bien.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Arreglos florales

Tengo un olor a vómito colgando de mis fosas nasales. Reviso las noticias por lo menos cada media hora. Con ansiedad. Con desagrado, pero también con esperanza. Como si quisiera que en cualquier momento alguien dijera que fue una mala broma, que la avioneta (o el jet, me da igual) viajaba vacía. Que Mouriño fue más listo y no se subió ahí. Y tampoco ese señor del que pocos se acuerdan y que debe sufrir, incluso así (muerto), un trato de plato de segunda mesa: Vasconcelos. Vasconcelos, como José. Cuánta ensoñación para quedarse con un palmo de narices.

Nada. Los funerales se llevaron a cabo.

Nada.

Vivo en un país sin moral. Estoy seriamente convencida de que la ironía, el cinismo, la desfachatez o la minimización de la dimensión de los hechos nos hace daño. Es un daño que no se ve y parece que por eso mismo no existe. Pero yo creo que sí está ahí. Decir "qué mal plan, ca'on" no es suficiente. Díganme que todavía nos queda un poquito de... espíritu.

Martes negro

¿Cómo quedarse callados? ¿Cómo?

Me llama mi prima. Pregunta dónde estoy. En mi casa, le digo, ¿por? Se cayó una avioneta en Periférico y Reforma. No manches. Ajá, entonces estoy localizando a toda la familia. ¿Sabes cuál es el celular de C.? Mmm, me entra el pasmo, no puedo responder, ni siquiera buscar en el celular. No, le digo, pero le llamo a mi mamá y le pregunto. Pero no le digas nada del accidente. Oquei.

Menos de media hora después, en la televisión: "Se presume que la avioneta era de Segob". Diantres, un atentado. Es la primera idea que cruza por mi mente, después de haber pensado que el accidente se debía a la falta de pericia de un piloto potosino o a malas condiciones de vuelo.

Llamo un par de veces a mi madre. En la primera, le pido el número de C. En la segunda, contesta con risa. Se me había olvidado lo del celular, me dice, espérame tantito. Espero tantito. Me lo pasa. Bueno, gracias, te dejo porque voy a ensayo.

Llamo a mi tía. Va llegando a la casa, todo está bien. Estaban por el sur, muy lejos de aquello. Me llama mi madre. Me habló P., me dice. No le doy tiempo. Ah, sí, se estrelló una avioneta. ¿Por qué no me habías dicho? Para que no te preocuparas. No, pero cómo no me dices, hombre. Estamos bien, todos estamos bien. Ay, pero... etcétera.

Minutos más tarde: Sí, iba Mouriño en la avioneta. Mouriño, el secretario de Gobernación. El mismo... el que usaba los mismos lentes invisibles que Calderón. El guapo. Mouriño. Pff.

¿Cómo quedarse callados, entonces?

Ah, claro: en el ínter, se anunciaba que Obama había ganado las elecciones. Martes negro. Se hizo historia.

martes, 4 de noviembre de 2008

Mis bellos vellos

Nombre alternativo para la entrada que puede usted, oh amable lector, leer más abajito.

Las trasquiladas

Si verdaderamente fuera una plagiaria, empezaría mi entrada con palabras como "Quería poner aquí una imagen para futuras convergencias entre El planeta de los simios y un concierto de Tiziano Ferro, pero me distrajo una noticia sobre la desaparición de Neoskin". Eso, claro, levantaría serias sospechas, porque a mí no se me da aquello de las convergencias. En realidad, no sé si se me da o no: jamás lo he intentado. O quizá alguna vez, sin querer, pero no es algo que recuerde o que tenga catalogado como "la vez que quise hacer una convergencia" o "la vez que hice una convergencia por accidente". Vaya, no. Tampoco leo McSweeney's, aunque me reí mucho cuando vi que lo mencionaron en Juno.

El punto es que estoy muy orgullosa de mis bigotes. De mis bigotes, mis piernas peludas, mis axilas afelpadas y mi acolchada área de biquini (que nunca he sabido exactamente cuál es, tal vez porque jamás he usado biquini y no planeo hacerlo en esta vida). Sí, soy feliz. En cada uno de los vellos que brotan por los poros de mi epidermis (seguro estoy diciendo una aberración, y ya vendrá el siempre oportuno comentario dermatológico a aclararme el punto)... en cada uno de mis miles de milímetros cúbicos de pelitos ciliares, ondea la bandera de mi inteligencia: yo no fui engañada por los falsos profetas de la piel depilada. A mí no me trasquilaron. Jeje.

Es chistoso, ¿no?, cómo la gente siempre cae en estas trampas. Les piden que paguen por adelantado y no les dan los contratos o les hacen firmar papeles de "no responsabilidad" por parte de la empresa... Les prometen que no volverán a ser el blanco de burlas de un mediocre cantante italiano y que su novio las querrá más ahora que ya sólo están feas, panzonas, celulíticas y grasosas, pero no peludas... Les prometen un cielo terso de tersa piel... y caen. Siempre caen. ¿Qué culpa tienen los transas(*) si la gente se deja?

No, por supuesto que no estoy del lado de los malhechores. ¡A por ellos! ¡Que les prendan los gendarmes! Pero, vamos, que también se necesita un público, ehm, idiota para que ocurran tales fechorías. No, señoritas: el vello no es basura, es protección. Por eso, cantemos todos juntos:

Ya ustedes ven que confieso
mi flaqueza. Denme a Flora,
que es todo el bien que apetezco;
y pelitos a la mar
pelitos a la mar
pelitos a la mar...

(*) Sobre definiciones de transar y tranzar.

Transar: 1. intr. Am. Transigir, ceder, llegar a una transacción o acuerdo. U. t. c. prnl.
Tranzar: 1. tr. Cortar, tronchar. 2. tr. Entretejer tres o más ramales cruzándolos alternativamente para formar un solo cuerpo alargado.

Ahora ya me hice pelotas y no sé cuál es la transa/tranza del mexicano que dice que sólo así se avanza.

lunes, 3 de noviembre de 2008

I also like November

although it will never be October.

jueves, 30 de octubre de 2008

Tiritas

Um sechs Uhr, klingelt der Wecker.
Tiritas de frío.

Un halb drei, isst du.
Tiritas de pescado empanizado.

Am Sontag, liest du die Zeitung.
Tiritas de papel.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Pro-cras-ti-na-

tion.

martes, 28 de octubre de 2008

Die letzten Tage

Se acaba octubre. Hace un frío de enero, pero se acaba octubre. Quiero hibernar. Todo mi cuerpo está dispuesto a meterse entre las cobijas y a no salir de ahí hasta que la marmota deje de asustarse al ver su sombra. Pero no, claro que no. Rompimos el equilibrio natural y ahora no podemos darnos esos lujos. Trabajo, consumo, deudas, trabajo, consumo, deudas. Se acaba octubre, y lo único que quiero es que no se acabe nunca.

martes, 21 de octubre de 2008

Soy

La típica persona que mete papeles importantes entre las hojas del libro que está leyendo en el momento.
La típica persona que, un día al mes, se angustia porque no encuentra un papelito.
La típica persona que, tras padecer la angustia de ese día, decide (otro día, lejano al primero) sentarse frente a su escritorio y vaciar todos los recovecos (cajones, libros, cuadernos, agendas, bolsos, bolsas, bolsillos) por donde ha ido dejando cartas del banco, anuncios, postales, comprobantes de pago, recordatorios, recibos de honorarios, copias, calificaciones, tareas de alumnas, avisos de juntas, documentos oficiales, boletos del cine, recuerditos de ese día soleado o de la primera noche que...
La típica persona que se consigue una gran bolsa de plástico para depositar las tiritas de papel, después de romper meticulosamente trescientos ochentaidós comprobantes, postales, anuncios, cartas inútiles... etcétera.
La típica persona que, al cabo de la titánica tarea, siente que ha desalojado bastante su lugar de trabajo, pero que todavía sufre la angustia porque, oh mi dios, no ha encontrado el papel por el que inició toda la búsqueda, el reacomodo y la trituración de celulosa.
La típica persona que se promete, en voz baja o incluso en silencio pero con firmeza, que no volverá a meter papeles importantes entre las hojas de un libro.
La típica persona que busca un archivero grande y bonito en una de esas papelerías grandes que parecen supermercados, pero que después no compra porque sabe que tiene uno en su casa y que sólo es cuestión de arreglar bien todas las carpetas contenidas en él.
La típica persona que queda exhausta después de su limpieza de otoño y que ya no quiere saber más de papeles, hojas, folletos, folletines, recortes de prensa, impresos... etcétera.
La típica persona que, después de vivir varias veces esto mismo, sabe que el ciclo se repetirá incesantemente, ineluctablemente, hasta el final de los días o, al menos, hasta el final de sus días.
La típica persona: ésa soy yo.

Hoon, honey, bees



Descanse en paz, Shannon Hoon (26 de septiembre, 1967 - 21 de octubre, 1995).

Cierto plagio en mi blog

Anoche, al salir de mi clase de alemán, abordé el Metrobús, como siempre lo hago (o casi, porque en ocasiones hago cosas diferentes, por paranoia o porque no puedo atarme a una rutina o simplemente porque la vida tiene variaciones y quién es uno para impedir que éstas ocurran). Traía el celular en la mano (iba a llamar a una amiga en ese momento, pero postergué la llamada hasta que me hubiera acomodado), el iPod en el bolsillo de la chamarra (para cuando terminara de hablar con mi amiga) y un libro en la mochila (por si, además, se me antojaba leer algo durante el trayecto). Cargaba, también, una lata vacía de esos tés que venden, cuyo nombre me hace pensar en Amazon, aunque me parece que se llaman Arizona. Era de fresa con kiwi. Por lo general, consumo el de té verde con miel; ayer me atreví a probar un nuevo sabor. Me gustó. Traía, pues, las manos llenas. Sonó entonces el ruido que avisa que las puertas se cerrarán. Dos muchachos llegaron corriendo a la puerta y se detuvieron antes de entrar, pensando tal vez que las puertas los prensarían y que viajarían con medio cuerpo de fuera hasta la siguiente estación, cosa que no debe ser cómoda y que tampoco debe ser muy probable, pero uno a veces se imagina ese tipo de situaciones e incluso se ruboriza, bien sea por las consecuencias del suceso imaginario o por el mismo hecho de estar fantaseando con eventos tan improbables y, por qué no, ridículos. Al instante, el hombre que viajaba delante mío dio un brinco y se sentó en el asiento junto a la puerta: vio a los muchachos y les hizo gestos, yo diría, de amenaza. Los dos muchachos no reaccionaron, o no con aspavientos, sino sólo con miradas de extrañeza. Cuando el hombre del brinco y de los gestos de amenaza comenzó a hacer otros movimientos y a hablar con gente que no estaba ahí, me acordé de Guillermo, de sus historias de Metrobús. En particular, recordé "Cierta locura en el Metrobús". Hubiera querido estar leyendo algo en el momento que vi al hombre dar el brinco a la ventana, para que entonces todo este relato tuviera como contrapunto una narración ingeniosa y quizá genial, una que explicara la locura con la que nos topamos, cada vez con más frecuencia, en las ciudades donde todos somos extraños y estorbos y locos para otros locos estorbosos. Pero no, no estaba leyendo. Sólo recordé que había leído. También pensé que, si llegaba a escribir esto, tendría que darle crédito a Guillermo. No sé si lo haga. Después de todo, esto es sólo cierto plagio en mi blog.

viernes, 17 de octubre de 2008

Süsse Träume.

Ich bin müde. Ja. Ich muss jetzt schlafen. Guten Nacht und bis Morgen.

jueves, 16 de octubre de 2008

No hay nadie como tú

¿No les ha pasado que, entre mucha música mala que pasan en la radio, de pronto, un día cualquiera, escuchan algo que les gusta, no saben por qué, y deciden bajar la canción para escucharla otra vez y, cuando lo hacen, cuando descargan el archivo y lo abren, descubren que sí, que sienten una atracción indescriptible por la rola, algo así como una adicción por el ritmo, los arreglos, las percusiones, tal vez la letra, pero sobre todo por el conjunto, y entonces la vuelven a escuchar y la vuelven a escuchar y la vuelven a escuchar, tantas veces que imaginan a sus vecinos desesperados al verse sometidos a oír una repetición incesante de acordes y palabras, a veces a todo volumen, otras sólo como un sonsonete o un run run que no para y que no saben cuándo parará o si acaso algún día se detendrá y que incluso ya no saben si quieren dejar de escucharlo, aunque eso significara estar por fin en paz y en silencio? Es decir, ¿les ha pasado?

miércoles, 15 de octubre de 2008

Oktober

Ojalá todo el año fuera Octubre. Cielos azules, viento frío, sol.

viernes, 10 de octubre de 2008

No sé a ustedes, pero a mí...

Me saca de onda que los mismos periódicos que hablan de la crisis estén plagados de anuncios de bancos y agencias automotrices que quieren vendernos sus productos a como dé lugar.

jueves, 9 de octubre de 2008

Atchú-ju

Soy alérgica a las mañanas.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Vencedores y vencidos.

En breve —esto es, en cuanto me tome un descanso—, escribiré mis impresiones sobre la representación de La Orestiada que vimos anoche en el Julio Castillo, a cargo del Deutsches Theater. Gran cosa. Gran, gran cosa. Mucha sangre, crímenes y venganzas y más crímenes y más sangre y pisos resbalosos por la sangre y cuerpos desnudos y brillantes por la sangre que caía en cascadas desde los altos cielos de los héroes y las heroínas que mueren envueltos en sangre como la sangre de los mortales pero más roja y más brillante su sangre.

Pero, como dije, antes tengo que seguir trabajando. Luego escribiré, porque no es poco lo que quisiera decir.


Fotografía de La Jornada.

Tun, leiden, lernen.
Tun, leiden, lernen.
Tun, leiden, ...
Tun, ...
...

Frieden für immer.

¡Frieden für immer!

martes, 7 de octubre de 2008

Curiosidad infantil

—Mami, ¿qué es sexy?

Silencio.

—Mami, ¿qué es sexy?

Miradas de los pasajeros hacia la mujer y su hija, una niña de cinco o seis años. Respuesta inaudible de la madre. Mi curiosidad crece, segundo a segundo. De manera imperceptible, sonrío. Me pregunto, qué habrá contestado esta señora.

—¿Atractiva? ¿Y qué es atractiva?

Casi es momento de abandonar el trolebús. Espero que conteste antes de apearme.

—Aaaaaaahhh.

El misterio sólo puede ser revelado a los sexys de corazón.

Esquina bajan.

lunes, 6 de octubre de 2008

Río.

Había tanta agua
que incluso se mojaron mis recuerdos de Torreón.