martes, 30 de diciembre de 2008

Libros que se cierran.

Como si fueran carreritas. Terminé Diario de una buena vecina. Mi papá está leyendo El maestro y Margarita, así que yo ya empecé con Hombre lento, de Coetzee. Supongo que con ése abriré el año, a menos que me lo zampe en un solo día. No creo: hoy será día de sociabilización y tragadera.

Curiosamente, el libro que terminé y el que ahora comienzo tienen un tema común: una persona en situación de invalidez. Una anciana, un hombre mutilado. Dos solitarios. Diferentes perspectivas, diferentes voces. ¿La vida me querrá decir algo?

En mi sobredosis de ficciones, volví a ver La vida de los otros. Me pareció más hollywoodense que la primera vez. Al mismo tiempo (y no sé si por la razón antedicha) me gustó más y me cayeron menos gordas las elipsis del final. También: casi lloro.

Estoy a cuatro días de volver a México. Quisiera pasar tres meditando en el desierto. No sé si lo consiga. Meditar, quiero decir. El regreso es, para bien o para mal, inminente.

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