Por las noches, con frecuencia, me dan ganas de ir al baño mientras trabajo. Con gran fastidio y después de mucho procrastinar esa necesaria interrupción de labores, me levanto de la silla, salgo de mi habitación, prendo alguna luz en el camino para no tropezar con la mesa que estorba a mitad de la 'sala', llego al baño, prendo otra luz y cierro la puerta. Mientras llevo a cabo la acción -por todos conocida- de miccionar, un pensamiento que se ha mostrado recurrente asalta mi cabeza. Am I dying? La pregunta aparece así, de la nada, mientras orino. Y en inglés (eso es quizá lo que más me incomoda). Nomás por joder, le respondo al estúpido gringo que vive en mi azotea: 'sí, pendejo, claro que me estoy muriendo, como todos'. Entonces me lavo* y me seco las manos en la toalla amarilla-deslavada-muy-muy-sucia, apago la luz, camino pesadamente atravesando la sala y pegándome ocasionalmente en el borde de la mesa que estorba a mitad del 'pasillo', apago la luz del camino, entro a mi cuarto y sigo trabajando. Durante algunas horas, me olvido de mi condición mortal. Por lo menos hasta que necesite cambiarle el agua a las canicas otra vez.
*Aclaración hecha para tranquilizar la morbosa conciencia de Guillermo.
lunes, 9 de abril de 2007
Pensamientos obscenos a mitad de la noche
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 23:30
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario