En lugar de güisqui, una cerveza. Noche, eso sí, aunque no tanta: apenas son las nueve. Estoy vestida de Orlando vestido de mujer. Géneros aparte, la obra de Albee me pone en puntos suspensivos. La luna a mitad del cielo. George apunta el revólver contra la nuca de Martha; ella gira sobre su eje y mira al fondo del cañón; él aprieta el gatillo, BOOM, y un agujero enorme, sanguinoliento y viscoso se dibuja donde antes había una nariz. El cuerpo se desploma: la broma fue demasiado lejos. Despierto. Ja, ja, ja, JA. Los abismos del corazón humano son fascinantes.
miércoles, 28 de febrero de 2007
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1 comentario:
Obsesa.
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