lunes, 26 de febrero de 2007

Por qué no puedo escribir

Me siento en la silla. Siempre de la misma manera, o no siempre: a veces elijo algo diferente, pero nada estrafalario. Hago las cosas corrientes que uno hace cuando dice que 'va a escribir'. La única gran diferencia es que yo no escribo. Quise hacerlo, hace mucho, y todavía lo intento, pero me doy cuenta que el tiempo pasó, que ya no tengo nada que decir. Los demás han muerto. Y yo también. O yo primero.

Estoy del lado aburrido de la vida, y en la parte más jodida del lado más aburrido de la vida. Además de seguir todas las tendencias del mercado, las sigo sin clase: mi celular es viejo y no toma fotos ni video, no tengo cámara digital pero quisiera una, mi iBook es blanca pero tiene grandes manchas de mugre y pocas actualizaciones de software. Vivo en un departamento sin pena ni gloria, pero eso sí, con gouache en las paredes y un closet pintado de verde. La última vez que estuve al tanto de lo que pasaba en la escena musical fue cuando el suicidio de Kurt Cobain; después de eso, todo ha sido recordar a Nirvana, poner Creep de Radiohead y tratar de revivir el grunge en mí, sin entender nunca por qué la gente se vuelve loca con Pearl Jam.

Hay algo en mí que no me gusta, y a lo cual no me he acostumbrado nunca: mi inconformidad de pacotilla.

Antes pensaba que algún día haría algo. Esperé un tiempo prudente para no ser demasiado joven cuando lo intentara. Luego quise apresurarme porque empezaba a dejar de ser joven. Ahora ya no corro: sé que ese día en el que pensaba que haría algo no existe. Nunca existió. De algún modo, esto explica por qué no puedo escribir.

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