martes, 9 de enero de 2007

Se aceptan consejos

Lo intenté. Respiré hondo, varias veces, hasta diez, y hasta más de diez. No grité. ¿Cómo iba a gritar, si estaba escribiendo? Ni siquiera usé mayúsculas. Sólo se me salió un 'chingada madre', y fue sólo hasta que perdí el último miligramo de paciencia. Y perdí. La perdí a ella, perdí la calma, perdí muchas cosas de las que no voy a hablar porque son mías (con perdón del respetable). Pero, a ver, lo que necesito son consejos, porque 'ora sí que ya no sé por dónde. ¿Qué hace uno cuando la comunicación es imposible, cuando decir 'te amo' no sirve para un carajo?

a) Te encojes de hombros y dejas el asunto por la paz, con el corazón arrugado.

b) Das una patada al mueble más cercano, mientas madres, te rompes la mano pegándole a un espejo, sales a la calle a golpear al primer tipo que se cruce en tu camino y, cuando despiertas del estado de coma (previa madriza del gorila al que madreaste), te das cuenta que estás en la Cruz Roja y no recuerdas nada porque la amnesia borró todo recuerdo de tu mente.

c) Insistes.

d) Te mudas de país y esperas que, con un poco de suerte, la otra parte recapacite.

No sé. Como que todas las opciones me parecen algo, mm, sí, algo exageradas. 'Asesinar' no está en mi lista porque creo a pie juntillas en el decálogo que Dios le dio a Moisés en el Monte Sinaí. 'Suicidarme' tampoco, por la misma razón, y porque la vita è bella, aunque de un modo diferente a como lo piensa Roberto Benigni. No sé, no sé. ¿Alguna sugerencia? Nota: les juro que cuando digo 'la comunicación es imposible', no estoy haciendo bonitas hipérboles ni juegos de lenguaje. I seriously mean it. Así que no me digan, cual intento de Almodóvar, 'hable con ella'. No. Si no incluyo ésa entre las opciones, es porque, dah, no es una opción.

De antemano, agradezco su ayuda.

2 comentarios:

Unknown dijo...

querida poeta Tinajero: me topé azarosamente con tu blog y fui feliz. Ahora va el consejo: para sobrevivir al mal de amores, sólo son buenos los alcoholes.
con cariño, Isolino

María Fernández-Aragón dijo...

Salud, Isolino. Y cuánto gusto encontrarte por aquí.