viernes, 5 de enero de 2007

Como cinta de Almodovar

¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y no, a pesar de la tristeza que cómodamente se ha instalado entre las cuatro paredes de mi tórax, no me refiero a la suspensión de mis relaciones bilaterales con la nación judía encarnada en una guapa periodista de conocido diario capitalino, porque en dicho caso sé bien lo que hice para merecer 'esto'. A lo que apunto, señalo y aludo es a la repentina -por no decir inexplicable- aparición de mi nombre en la selecta lista de links que mi colega -mi amigo, ¿qué digo amigo?, mi hermano, mi compadre- Guillermo ostenta en su blog. ¡Cuatro líneas por debajo del Doctor Héctor Zagal! ¡Plácidamente sentada arriba de dos Alejandros más grandes que el mismísimo y consabido discípulo de Aristóteles! ¡En la misma columna y grupo que McSweeneys! Bueno, pero... ¿qué he hecho yo, me pregunto? Y no me lo pregunto demasiado: no vaya a ser que, por tanto preguntar, me ande quedando fuera de la élite de la intelectualidad capitalina que se conglomera -cual si anduviera por el Periférico en hora pico- aquí, en las agresivas-para-mi-sensible-retina páginas virtuales de Cetrería.

Gracias, Ezequiel, porque si no fuera por ti, por tus clases de latín a las ocho de la mañana, por tu manía de ir aventando citas bíblicas en rancios idiomas, no sabría decir lo que siento en este momento, al menos no con la elegancia que supone escribir un muy mamón 'non sum digna'. E punto e basta.