viernes, 22 de diciembre de 2006

La despedida

Hoy, en punto de las 21:15 horas (si el tráfico aeroportuario lo permite), estaré saliendo rumbo a Torreón.

Please fasten your seatbelts.

El vacío en el estómago. La sensación de que algo se me olvida. Las prisas, todo lo he dejado para el último momento. La pensión para Romina, la pensión para mi auto. Cobrar, pagar, limpiar, tender, empacar. Son sólo diez días.

No sé por qué siempre llego melancólica a estas fechas. Más allá de natividades y años nuevos, hay algo en el aire decembrino que me recuerda la caducidad, pero también la vida. Las cosas avanzan, implacables. Una vez, y otra vez, y una vez más: las despedidas temporales, los viajes, la familia, los abrazos, regalos que dependen de la crisis, el pavo, los días de no hacer nada, los primos, las doce uvas, las llamadas telefónicas. De un tiempo a la fecha, va creciendo en mí la conciencia de que esto terminará. Llegará el momento en que mi casa estará vacía, y mi hermano se habrá ido a vivir con alguien. Mi abuela... ¿A dónde regresaré entonces para Navidad?

Antes que eso pase, estaré en Torreón un año más. Absorberé cada instante con todos los poros de mi piel, y tomaré fotos. La felicidad es una polaroid.

1 comentario:

Anónimo dijo...

pues sí, te largas, y para mi ni una despedida. para que se enteren todos los lectores de tu blog sigues teniendo novia, eh, y la dejas cual vil pendeja para irte. Y NI UN COMENTARIO EN TU BLOGSPOT! no fuera el gordo palma o cualquiera de tus otros amantes porque ahí sí, verdad, mides las pinches horas con besos. lárgate a la fregada.