¿Cuándo fue la última vez, Adrián? ¿Cuándo sentiste las ácidas mareas subiendo por tu tórax? ¿Cuándo? ¿Cuándo odiaste? ¡¿Cómo?! ¡Odiar! ¡Odiar con las entrañas cuanto existe, se mueve o es! ¡Cuánto odio!
A veces no puedo dormir. Otras veces finjo que duermo, pero en realidad estoy huyendo. Huyo de mí, fuera de mí, a otra parte. Lejos. Lo más lejos que se pueda. Tan lejos que ya no pueda verme. Y luego caigo, medio desmayado, medio vivo. Siempre prendo un cigarro, por cliché, por costumbre o por gusto. Y escribo. Algunas veces me da por asomarme a la ventana. Entonces suspendo todo pensamiento y ya no juzgo. Ya no me juzgo. Juzgo a los otros, los describo, los ajusto a una oración compacta (sujeto-verbo-predicado), una oración que no se ande por las ramas porque su intención es desnudar a las personas, acribillarlas, mutilar en ellas lo que a mí me duele. Tú muere: tú, joto barrigón; tú, animal iletrado; tú, pasivo injerto social; tú, estólido irresponsable; tú, asesino; tú, violador. Tú. Tú muere. Luego me canso de andar de carnicero, regreso al sofá, abro una coca-cola en lata, a mano el control remoto, un garrafón con agua, mi bote de quiútips. Abro la televisión en cualquier canal, empuño un cotonete y me limpio. Los espacios que hay entre los dedos de los pies. Los oídos: el conducto auditivo externo, casi hasta el tímpano, y detrás del pabellón. La nariz. Los pliegues que se forman en los párpados. El ombligo. Los pliegues que se forman en el escroto, debajo de mis testículos, alrededor de mi pene. Mi ano. Ocho quiútips en total, que arrojo a la basura uno por uno. Limpiarme me da la sensación de estar limpio. Lo cual es sólo una sensación. Nunca estaré limpio. Nunca.
viernes, 13 de octubre de 2006
Noche XXIII
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 20:00
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