miércoles, 11 de octubre de 2006

Descubrimiento

En un descuido, vine a parar con una escritora. No confundir, por favor, con esas personas que dicen escribir y abren un blogcito para desfogar sus ínfulas literarias, ni reducir la magnitud del hallazgo suponiendo que es una entre tantas. No, no. Ella es una escritora, sí, ella es dueña de las palabras. ¿Cómo decirlo? Las tiene asidas por el rabo, las pone a girar como locas sobre su cabecita migrañosa, les da la vuelta, las avienta al cielo para que se empapen de cúmulonimbos, las adereza con joyas, las pervierte y redime con un gesto, se acuesta sobre ellas, les hace el amor y, al final, las deja caer como un cuento, entre sábanas sucias de un hotel de paso, o esculpidas en mármol, o revueltas con ensalada. Yo, que soy leo y leo, que me enamoro de las palabras de otros, me perdí entre dos renglones suyos y me zambullí en el punto de enmedio. Y ahí quedéme, perdida por siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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Tormentas dijo...

el post alaba un dominio de las palabras que al mismo tiempo la voz narradora demuestra, por lo tanto podría ser ella misma la escritora

ah, no sé qué estupidez ingeniosa decir, me gustó mucho leer estos párrafos de estilo impecable

Tormentas dijo...

el post alaba un dominio de las palabras que al mismo tiempo la voz narradora demuestra, por lo tanto podría ser ella misma la escritora

ah, no sé qué estupidez ingeniosa decir, me gustó mucho leer estos párrafos de estilo impecable