Manifiesto de La Redacción
Era una gripa como cualquier otra hasta que La Estólida Vecina -se ganó el apelativo a fuerza de madrazos-, con su voz tipluda refundida en unos jeans con los que pretende verse más joven a sus cuarentaytantos años y sus dos hijos pubertos a cuestas, insultó el progreso racional de la humanidad diciendo:
- ... porque, a ver, ¿qué es más importante: mi coche o tu sueño?
La gripa se convirtio en catarata. Rabia, enojo, temblor de rodillas, odio generalizado y malestar constante más allá de la muerte. ¿Cómo putasmadres va a ser más importante un coche, qué digo un coche, un pinchi chevyverdequesuena, ni siquiera modelo del año, que mi sacrosanto sueño? ¿Cómo putasmadres....? Y, ¿cómo putasmadres puedo vivir en una ciudad donde lo que se estila es morir: baleado, asaltado, vilipendiado u atropellado en millones de formas infinitas, siempre indecentes, siempre poco artísticas, siempre?
Llorar. Abrir las llaves y echarse a llorar casa adentro. Y buscar a Romina como quien busca un consuelo irracional y peludo, calientito, confortable y que maúlla. Y llamar a Uncometa y decirle "estoytriste", y no saber exactamente por qué, y estarlo profunda e irrevocablemente. Triste. Triste me suena a Trieste. Y Trieste me recuerda los años italianos de Joyce. Y Joyce me recuerda a Exiliados, pero sobre todo al monumental y aún no leído Ulises. Y esto me recuerda que tengo 28 años y soy tan jodidamente ignorante como el Mexicano Promedio. No, no es cierto. No soy así de ignorante. Si lo fuera, ni siquiera lo sabría. Saberlo ya me hace un poco menos bruta. Sólo un poco. Lo estrictamente necesario para estar varios puntos arriba en la escala de humanidad con respecto a La Estólida Vecina. Varios, aquí, son mucho más de mil, y la escala sólo va del 0 al 100. Hagan cuentas, considerando que el sujeto A -en este caso, yo- está en un punto con valor positivo. Ella está en números rojos, y tales son sus deudas con el bien común y la paz mundial que alguien debería -¡yaporfavor!- exterminarla, a ella y a todas las de su raza maldita: "Las Estólidas Vecinas que tienen coches con alarmas que suenan tiuuuu tiuuuu tiuuuu tikitikitiki ña ña ña...". Pero en el País del Nopasanada, pues, eso: no pasa malditasealacosa, nada de na-da, hm-hm, nanay.
Ha llovido tanto últimamente... Las gotas de la pluie, pensaba, se desperdician a manos llenas. Pero no, hoy veo que no. No ha habido una de ellas que no se metiera en mí, en mis cavernas huecas donde restalla el eco de tantas ignominias humanas. Y hoy, la presa que soy se desborda y llueve, y llora. Il pleuve. Elle pleut.
Si fuera un falso camaleón de verdad, hoy sabría navegar por encima de las olas.
Esto, y no otra cosa, es tener gripa-convertida-en-ira.
Atentamente,
La Redacción
domingo, 24 de septiembre de 2006
Noche cuatro: la ira
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 23:30
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