lunes, 22 de diciembre de 2008

La dieta

Decidí traer conmigo una pila de libros comenzados que no había podido terminar allá.

Ayer acabé con el primero: Casi nunca, de Daniel Sada. Lo había empezado con reticencia. Una página después, lo amaba. A la cinco, lo devoraba con fruición, y todavía hasta la cien. Tal vez, quizá, hasta la ciento veinte. Luego sobrevino el tedio. Las idas y vueltas sin rumbo, las brechas mal trazadas sobre la tierra, la caligrafía tortuosa, ese perderse, desviarse, andar tanteando, con negativas y largas. Lejanía, polos que se atraen y no se tocan, tensión, tensión, ¡¿cuánto más?! Todo, sin embargo, con propósito. Llegar, ¡al fin!, martirio superado. Delicia. Hacer la digestión, ¡cosa hecha! El estilo abigarrado, ¿posible desprenderse?

Nomás cerré ése, abrí el siguiente. Un bocadillo más rancio, que había estado ahí empolvándose desde antes: De nuevo, el amor, de Doris Lessing. La delicadeza descriptiva, la asombrosa construcción de los personajes y la profundidad emocional de la protagonista son sus cualidades más destacables. En el lado contrario de la balanza tenemos que esto resulta en una prosa pesada, como de andar de mujer mayor que, por más enamorada, no puede bailar alegre y flotar sobre nubes sutiles, no, sino sólo arrastrarse y a veces dar pena por su lentitud asombrosa. Recobré el interés a escasas veinte páginas del final, gracias a un suceso largamente anunciado que, de tan sabido, ya ni se acordaba uno que tarde o temprano ocurriría. Espero terminar esta misma noche.

Luego vendrá el penúltimo con boleto de ida y vuelta: El maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov. No es nada soez, aunque el título se preste a equívocos y confusiones. O, bueno, no sé. Es demoniaco. Como Fausto. Como nada de lo que había leído hasta ahora. Ruso, con nombres impronunciables, lleno de sucesos fantásticos. Me gusta.

Para terminar, me chutaré lo que me falta de Punks de boutique (Archimondain Jolipunk), de Camille de Toledo: me daré mis baños de "rebeldía", mientras me bebo un café de starsucks.

Y entonces comenzaré con las adquisiciones recientes: Usigli, Archer (para aligerar la carga), probablemente algo de Ibargüengoitia, poemas de Enriqueta Ochoa, ¿Vargas Llosa?, Coetzee me gustaría, Saramago posiblemente, podría ser Capote o simplemente volver a Pessoa. En casa, Thomas Mann me espera.

A la par, he tomado una dosis de películas casi diarias. Ciclo "Convivencia familiar": jueves, La Môme; viernes, No Country for Old Men; domingo, La Tourneuse de Pages. Próximamente: Charlie Wilson's War, Persepolis (again and again and again), Mamma mia! y varias más a las que ya eché ojo. Mi hermano sugiere Rudo y Cursi; yo, obviamente, me niego. Volvería a ver Atonement y Arráncame la vida. Con palomitas (pocas). Estoy a dieta.

Eso, claro, explica todo: todo este atragantamiento no es más que una compensación, baja en calorías.

2 comentarios:

Guillermo Núñez dijo...

Qué bonitas vacaciones.

Anónimo dijo...

Soy su lectora desde hace rato... me gusta leerle. Pero hoy me ha llamado la atención su enorme esfuerzo por terminar de leer los libros que empieza, aunque le parezcan un martirio...

Yo nunca lo hago, les doy tantas oportunidades como se lo merezcan, pero si el autor me pierde, pues me pierde y ya... it´s all about pleasure!


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