domingo, 9 de noviembre de 2008

Las cobijas del sol (parte uno)

Dicen que en el desierto se queman las naves de papel. Que las dunas son mar de arena. Que los cantos de sirena suenan a oboe. Que todo lo consume el tiempo y nada queda para después.

Dicen que el desierto reclama a sus lagartijas. Que Tinajero ha de volver a los torbellinos de aire. Que los ríos se han secado y el tiempo es propicio.

Dicen que el desierto vive en mí y yo vivo en el desierto. Dicen bien.

2 comentarios:

B West dijo...

comparto contigo algo que escribí sobre mi y el desierto.

Mujer desierto

Soy calor, de eterno fuego,
que ama al sol sólo por su cálido cobijo.


Sol que amanece.
Color amarillo,
que anochece.

Soy la noche fría y azul
que abraza la luna entre dunas y sahuaros.

También el silbido del aire
que rompe el silencio por las tardes.

Por mis brazos corre el viento
soplando la arena de mis piernas.

Mis cabellos son cómo montañas de roca que se van
haciendo arena hasta formar mis pechos, grandes dunas.
Después...mi vientre llanura.

Mi entre pierna es el triste mar de cortez.

Soy solitaria lagartija,
cactácea incomprendida y
desorientada inmigrante.


Por dentro paraíso multicolor y
por fuera ocres que combina el viento.

y sin embargo...

el amor es la lluvia en el desierto.

Por ello soy, para muchos, una mujer triste y solitaria,
Un canto azul para un desierto.


Junio 2007.

zocadiz dijo...

Me gusta que las sirenas sean oboes.
Me da melancolía el desierto.
Y en cierta forma todos estamos en él.