viernes, 21 de noviembre de 2008

Calle melancolía

Ya, es oficial: extraño Torrión y quiero estar allá. Quiero ir y encerrarme o subirme a la azotea y leer un libro de corrido y luego ir al centro a pasear, o a las dunas, o sentarme en la Copa de Leche a ver pasar el tiempo (y la gente, que compra en... esa tienda de enfrente... La Ciudad de París, creo que se llama... algo así de absurdo). Y escribir, también, escribir algo: mucho, poco, casi nada, pero algo. Acariciar varios gatos a la vez, o un gato con la mano derecha y un perro con la izquierda (o a la inversa), o dejar que los gatos se acerquen a mí. Manejar, sí, pero en carretera, de madrugada, mientras sale el sol, con mucho frío y con los dedos casi desprendiéndose de mis manos. O sentir la electricidad y ver las chispas que salen de entre las sábanas de franela. Pasearme por el Canal de la Perla. Hacer recorridos turísticos. Regresar a los lugares donde he estado cientos, miles o quizá millones de veces, en ésta o en otra vida. Encontrar gente en la calle y no saber los nombres, pero estar segura de conocer a esas personas, de haber pasado horas sentada junto a ellas, en un salón donde más de veinte personas nos derretíamos a las tres de la tarde mientras una señora intentaba darnos clases de redacción en el desierto. Sí, quiero estar allá.

1 comentario:

Lulu Murillo dijo...

Marieeeeeeeeeee, yo no extraño Torrión exactamente, sino mi gente, mi familia, mis amigos... la sobremesa, ah! la bendita sobremesa... aunque pensándolo bien me gustaría volver a ir al mercado, y en estas fechas ir a ver a los matachines, los puestos navideños y rico olor a gobernadora... comer tamales... bueno ya mejor ni le sigo... tú que puedes, ve y pásala chido por aquellos lares... beso!