Tengo un olor a vómito colgando de mis fosas nasales. Reviso las noticias por lo menos cada media hora. Con ansiedad. Con desagrado, pero también con esperanza. Como si quisiera que en cualquier momento alguien dijera que fue una mala broma, que la avioneta (o el jet, me da igual) viajaba vacía. Que Mouriño fue más listo y no se subió ahí. Y tampoco ese señor del que pocos se acuerdan y que debe sufrir, incluso así (muerto), un trato de plato de segunda mesa: Vasconcelos. Vasconcelos, como José. Cuánta ensoñación para quedarse con un palmo de narices.
Nada. Los funerales se llevaron a cabo.
Nada.
Vivo en un país sin moral. Estoy seriamente convencida de que la ironía, el cinismo, la desfachatez o la minimización de la dimensión de los hechos nos hace daño. Es un daño que no se ve y parece que por eso mismo no existe. Pero yo creo que sí está ahí. Decir "qué mal plan, ca'on" no es suficiente. Díganme que todavía nos queda un poquito de... espíritu.
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Arreglos florales
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 18:38
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7 comentarios:
Nos queda
espîritu? bueno, de eso siempre queda un resto :p
La neta no, a este pais ya no le queda ni dios!
lo que pasa es que nadie lo quiere aceptar!
No, claro que nos queda. Está ahí, como aquí en tu blog.
según yo lo que realmente pasó desapercibido fue la tragedia de martín huerta, donde murieron 8 personas...
no coments.
me parece que no queda espíritu.
ríamos.
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