Llegar al Jiménez Rueda, saliendo a las siete del WTC, fue trabajoso, molesto y cansado, tal como imaginaba que sería, pero peor. Peor, por supuesto, porque la fatiga, la molestia y el cansancio ya no eran imaginados, sino reales. Eso, por regla general, es peor. A menos que lo que se imagine sea algo excitante, dulce, alegre. En tal caso, será mejor vivirlo que soñarlo. Por regla general.
Ximena Hilton, como le apodó López Velarde, se consolida como una de las mejores dramaturgas mexicanas. De todos los tiempos, sí. No, no he leído a todos los dramaturgos mexicanos, pero sí, sí sé que es de las mejores. Ayer presentó su nueva obra, Neurastenia, dirigida por el buen Mau. Si ella y él fueran un matrimonio, éste sería su quinto hijo. Pero esas metáforas no son de mi agrado. Digamos solamente que es la quinta ocasión en que trabajan juntos. A ver si puedo recordar las anteriores: Te odio, Colette, Unos cuantos piquetitos, Touché y ésta. Unas han sido más afortunadas que otras. Recuerdo con mucho cariño esa exposición museográfica de Te odio. Me gustó la adrenalina de Touché. Disfruté hasta cierto punto la de Colette (aunque sigo pensando que Ema Dibb, a pesar de ser tan buena actriz, estaba fuera de casting). La que más me ha gustado es, precisamente, la nueva.
Como quiera que sea, me dio gusto estar ayer ahí, en el teatro, en la lectura dramatizada de Neurastenia. Después de haber estado horas ensardinada en el Metrobús. Después de pasar entre granaderos que intentaban controlar a los... los señores éstos de... los... ya saben, los que estaban ayer en Reforma y que exigen que... bueno, que algo exigen. Después de caminar entre pitos y sirenas. Después del sudor, de casi morir aplastada entre las lonjas de una señora y el asiento de plástico del transporte urbano. Después de caminar por la Plaza de la República, entre puros señores conductores de camión. Después de todo eso, me dio gusto llegar allá.
Es tan pop esa obra que difícilmente alguien la encontrará aburrida. Ojalá que terminen ese montaje pronto.
jueves, 27 de noviembre de 2008
Neurastenia
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 07:42 2 comentarios
¡Lo tengo, lo tengo!
Ahora sí sé dónde será nuestra función de La bruja y el gigante de este próximo domingo 30 de noviembre. Para ver toda la información sobre el lugar, den click aquí.
Yo no sé llegar a la mentada Unidad Habitacional Cuemanco, así que ni me pregunten. Según la info de la página, parece que está por la UAM Xochimilco... lo cual me deja igual, igual que antes. 'Ta lejos, eso que ni qué.
Dice que el evento empieza a las 10:00 am, pero no es cierto, no se alarmen: a esa hora empezarán a montar todo y, alrededor de las 11:00, quizá un poco después, comenzará la función. Antes, la gente bailará zumba. O zunga. O como fregados se llame el baile ése. ¿Lo inventó Zague o por qué se llama así, saben?
Vayan, pues. Allá los veo. No se van a arrepentir... espero.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 01:03 0 comentarios
miércoles, 26 de noviembre de 2008
Para cerrar
Mi consulta sobre el altruismo.
Lo que me sorprendió, al buscar la definición de la RAE, fue precisamente aquello de "procurar el bien ajeno aun a costa del propio". Y me llamó la atención porque, vaya, a nadie le pasa desapercibido que ahora hay "negocios altruistas": una contradicción en los términos. O se hace negocio o se es altruista. Las dos, no, al menos no según los viejitos raeosos. Por todo lo santo, que si quieren ganar dinero, no se disfracen.
Tun, tun, tun.
El corazón del pelotón hace tun, tun, tun.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 07:58 2 comentarios
viernes, 21 de noviembre de 2008
Calle melancolía
Ya, es oficial: extraño Torrión y quiero estar allá. Quiero ir y encerrarme o subirme a la azotea y leer un libro de corrido y luego ir al centro a pasear, o a las dunas, o sentarme en la Copa de Leche a ver pasar el tiempo (y la gente, que compra en... esa tienda de enfrente... La Ciudad de París, creo que se llama... algo así de absurdo). Y escribir, también, escribir algo: mucho, poco, casi nada, pero algo. Acariciar varios gatos a la vez, o un gato con la mano derecha y un perro con la izquierda (o a la inversa), o dejar que los gatos se acerquen a mí. Manejar, sí, pero en carretera, de madrugada, mientras sale el sol, con mucho frío y con los dedos casi desprendiéndose de mis manos. O sentir la electricidad y ver las chispas que salen de entre las sábanas de franela. Pasearme por el Canal de la Perla. Hacer recorridos turísticos. Regresar a los lugares donde he estado cientos, miles o quizá millones de veces, en ésta o en otra vida. Encontrar gente en la calle y no saber los nombres, pero estar segura de conocer a esas personas, de haber pasado horas sentada junto a ellas, en un salón donde más de veinte personas nos derretíamos a las tres de la tarde mientras una señora intentaba darnos clases de redacción en el desierto. Sí, quiero estar allá.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 02:51 1 comentarios
domingo, 16 de noviembre de 2008
Una encuesta altruista
Me encantaría saber lo que los lectores de este blog entienden por "altruismo". Ya sabrán por qué. Luego.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 13:55 5 comentarios
viernes, 14 de noviembre de 2008
!!!
Que dice el cura que los que votaron por Obama se irán al infierno. ¿Te cae?
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:49 5 comentarios
domingo, 9 de noviembre de 2008
Las cobijas del sol (parte uno)
Dicen que en el desierto se queman las naves de papel. Que las dunas son mar de arena. Que los cantos de sirena suenan a oboe. Que todo lo consume el tiempo y nada queda para después.
Dicen que el desierto reclama a sus lagartijas. Que Tinajero ha de volver a los torbellinos de aire. Que los ríos se han secado y el tiempo es propicio.
Dicen que el desierto vive en mí y yo vivo en el desierto. Dicen bien.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 18:33 2 comentarios
miércoles, 5 de noviembre de 2008
Arreglos florales
Tengo un olor a vómito colgando de mis fosas nasales. Reviso las noticias por lo menos cada media hora. Con ansiedad. Con desagrado, pero también con esperanza. Como si quisiera que en cualquier momento alguien dijera que fue una mala broma, que la avioneta (o el jet, me da igual) viajaba vacía. Que Mouriño fue más listo y no se subió ahí. Y tampoco ese señor del que pocos se acuerdan y que debe sufrir, incluso así (muerto), un trato de plato de segunda mesa: Vasconcelos. Vasconcelos, como José. Cuánta ensoñación para quedarse con un palmo de narices.
Nada. Los funerales se llevaron a cabo.
Nada.
Vivo en un país sin moral. Estoy seriamente convencida de que la ironía, el cinismo, la desfachatez o la minimización de la dimensión de los hechos nos hace daño. Es un daño que no se ve y parece que por eso mismo no existe. Pero yo creo que sí está ahí. Decir "qué mal plan, ca'on" no es suficiente. Díganme que todavía nos queda un poquito de... espíritu.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 18:38 7 comentarios
Martes negro
¿Cómo quedarse callados? ¿Cómo?
Me llama mi prima. Pregunta dónde estoy. En mi casa, le digo, ¿por? Se cayó una avioneta en Periférico y Reforma. No manches. Ajá, entonces estoy localizando a toda la familia. ¿Sabes cuál es el celular de C.? Mmm, me entra el pasmo, no puedo responder, ni siquiera buscar en el celular. No, le digo, pero le llamo a mi mamá y le pregunto. Pero no le digas nada del accidente. Oquei.
Menos de media hora después, en la televisión: "Se presume que la avioneta era de Segob". Diantres, un atentado. Es la primera idea que cruza por mi mente, después de haber pensado que el accidente se debía a la falta de pericia de un piloto potosino o a malas condiciones de vuelo.
Llamo un par de veces a mi madre. En la primera, le pido el número de C. En la segunda, contesta con risa. Se me había olvidado lo del celular, me dice, espérame tantito. Espero tantito. Me lo pasa. Bueno, gracias, te dejo porque voy a ensayo.
Llamo a mi tía. Va llegando a la casa, todo está bien. Estaban por el sur, muy lejos de aquello. Me llama mi madre. Me habló P., me dice. No le doy tiempo. Ah, sí, se estrelló una avioneta. ¿Por qué no me habías dicho? Para que no te preocuparas. No, pero cómo no me dices, hombre. Estamos bien, todos estamos bien. Ay, pero... etcétera.
Minutos más tarde: Sí, iba Mouriño en la avioneta. Mouriño, el secretario de Gobernación. El mismo... el que usaba los mismos lentes invisibles que Calderón. El guapo. Mouriño. Pff.
¿Cómo quedarse callados, entonces?
Ah, claro: en el ínter, se anunciaba que Obama había ganado las elecciones. Martes negro. Se hizo historia.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 00:19 1 comentarios
martes, 4 de noviembre de 2008
Mis bellos vellos
Nombre alternativo para la entrada que puede usted, oh amable lector, leer más abajito.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 11:36 1 comentarios
Las trasquiladas
Si verdaderamente fuera una plagiaria, empezaría mi entrada con palabras como "Quería poner aquí una imagen para futuras convergencias entre El planeta de los simios y un concierto de Tiziano Ferro, pero me distrajo una noticia sobre la desaparición de Neoskin". Eso, claro, levantaría serias sospechas, porque a mí no se me da aquello de las convergencias. En realidad, no sé si se me da o no: jamás lo he intentado. O quizá alguna vez, sin querer, pero no es algo que recuerde o que tenga catalogado como "la vez que quise hacer una convergencia" o "la vez que hice una convergencia por accidente". Vaya, no. Tampoco leo McSweeney's, aunque me reí mucho cuando vi que lo mencionaron en Juno.
El punto es que estoy muy orgullosa de mis bigotes. De mis bigotes, mis piernas peludas, mis axilas afelpadas y mi acolchada área de biquini (que nunca he sabido exactamente cuál es, tal vez porque jamás he usado biquini y no planeo hacerlo en esta vida). Sí, soy feliz. En cada uno de los vellos que brotan por los poros de mi epidermis (seguro estoy diciendo una aberración, y ya vendrá el siempre oportuno comentario dermatológico a aclararme el punto)... en cada uno de mis miles de milímetros cúbicos de pelitos ciliares, ondea la bandera de mi inteligencia: yo no fui engañada por los falsos profetas de la piel depilada. A mí no me trasquilaron. Jeje.
Es chistoso, ¿no?, cómo la gente siempre cae en estas trampas. Les piden que paguen por adelantado y no les dan los contratos o les hacen firmar papeles de "no responsabilidad" por parte de la empresa... Les prometen que no volverán a ser el blanco de burlas de un mediocre cantante italiano y que su novio las querrá más ahora que ya sólo están feas, panzonas, celulíticas y grasosas, pero no peludas... Les prometen un cielo terso de tersa piel... y caen. Siempre caen. ¿Qué culpa tienen los transas(*) si la gente se deja?
No, por supuesto que no estoy del lado de los malhechores. ¡A por ellos! ¡Que les prendan los gendarmes! Pero, vamos, que también se necesita un público, ehm, idiota para que ocurran tales fechorías. No, señoritas: el vello no es basura, es protección. Por eso, cantemos todos juntos:
Ya ustedes ven que confieso
mi flaqueza. Denme a Flora,
que es todo el bien que apetezco;
y pelitos a la mar
pelitos a la mar
pelitos a la mar...
(*) Sobre definiciones de transar y tranzar.
Transar: 1. intr. Am. Transigir, ceder, llegar a una transacción o acuerdo. U. t. c. prnl.
Tranzar: 1. tr. Cortar, tronchar. 2. tr. Entretejer tres o más ramales cruzándolos alternativamente para formar un solo cuerpo alargado.
Ahora ya me hice pelotas y no sé cuál es la transa/tranza del mexicano que dice que sólo así se avanza.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:33 3 comentarios
lunes, 3 de noviembre de 2008
I also like November
although it will never be October.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 06:44 0 comentarios