jueves, 16 de octubre de 2008

No hay nadie como tú

¿No les ha pasado que, entre mucha música mala que pasan en la radio, de pronto, un día cualquiera, escuchan algo que les gusta, no saben por qué, y deciden bajar la canción para escucharla otra vez y, cuando lo hacen, cuando descargan el archivo y lo abren, descubren que sí, que sienten una atracción indescriptible por la rola, algo así como una adicción por el ritmo, los arreglos, las percusiones, tal vez la letra, pero sobre todo por el conjunto, y entonces la vuelven a escuchar y la vuelven a escuchar y la vuelven a escuchar, tantas veces que imaginan a sus vecinos desesperados al verse sometidos a oír una repetición incesante de acordes y palabras, a veces a todo volumen, otras sólo como un sonsonete o un run run que no para y que no saben cuándo parará o si acaso algún día se detendrá y que incluso ya no saben si quieren dejar de escucharlo, aunque eso significara estar por fin en paz y en silencio? Es decir, ¿les ha pasado?