jueves, 21 de agosto de 2008

Auf der anderen Seite




- ¿Cuántas veces nos habremos cruzado antes de conocernos?
- En nuestro caso, por lo menos una.

De Fatih Akin me gusta todo. El sentido del humor no exento de violencia; la violencia no exenta de sentido del humor. El papel importantísimo del destino, a quien le gusta emigrar de Turquía a Alemania o viceversa, e incluso de regreso otra vez. Las tragedias sin rodeos: si tal personaje ha de morir, lo hará del modo más directo, menos romántico y rebuscado (pum, you're dead). Incluso me gustan las cejas pobladas del actor-guionista-director, nacido en Hamburgo de padres turcos. En pocas y muy coloquiales palabras, este tipo es la neta. Y sólo tiene 35 años.

Auf der anderen Seite, que literalmente podría traducirse como "Al otro lado" y que en muchas partes titularon como "A la orilla del cielo", es una típica historia de Akin, con todos los elementos que ha mostrado en sus dos películas anteriores, Im Juli. y Gegen die Wand ("Contra la pared"): un romance central (siempre marcado desde el inicio por la catástrofe), personajes turco-germanos, expediciones de búsqueda de un lugar a otro, cadáveres itinerantes y una tragedia inminente que culmina en la anagnórisis final del protagonista. La estructura dramática es, pues, esencialmente la misma en los tres casos. Sin embargo, al variar las peculiaridades de los personajes, las historias cambian de color.

Im Juli. tiene el sabor dulzón de la primera vez: es la historia de un chico que busca su "media naranja", y que sólo al final de la travesía se da cuenta de que todo el tiempo ha viajado a su lado. Gegen die Wand, con sus intentos de suicidio y sus venas cortadas, su éxtasis alcohólico y sus ceniceros rotos sobre la crisma de algún cristiano, parece todavía un manifiesto adolescente, aunque la realización de dicha película sea de óptima calidad.

Auf der anderen Seite es la maduración de todo lo anterior. Los temas son los mismos (la vida humana se reduce a pocos, que se repiten incesantemente): el amor, el origen, la familia, el destino, la herencia. Sin embargo, el tratamiento que hace Akin es extraordinario. A mi parecer, el puerto de llegada es éste: la relación padre-hijo. Es el tema común a las dos o tres o cuatro historias que se entrelazan a lo largo de la trama. Al final, Akin no deja lugar a dudas: el letrero de PHILYOS antes de llegar a la orilla del cielo es más que suficiente para confirmar sospechas. Nada se resuelve de manera contundente, tal como nos ocurre a diario. Nada se resuelve, porque el mundo es un cúmulo de problemas sin respuesta.

- ¿Cuántas veces nos habremos cruzado antes de conocernos?
- Deja tú eso: ¿con quiénes nos estaremos cruzando justo en este momento, sin darnos cuenta? Bien lo decía una lectora de este blog: nuestras vidas están unidas por los hilos invisibles del destino.

1 comentario:

Mario Gensollen dijo...

La nuestra, espero, con hilos visibles... Tengo muchas ganas de verte mi germanófila querida.