Son las 6:45 y sales de tu casa rumbo al trabajo.
Traes tu lonchera (como en la escuela, porque los trabajos se han convertido, bien que mal, en una extensión de las instituciones parvularias).
Vistes una faldita coqueta pero discreta, medias y un tacón que ya juzgas cómodo (aunque el ortopedista y tu maestro de yoga opinen lo contrario). La blusa no tiene chiste, especialmente porque la cubre un suéter negro que hace juego con tu falda negra y tus zapatos ídem. Otros accesorios que usas a diario: el reloj que te regaló aquel novio en la universidad (antes de que el muy bastardo te dejara por otra rubia que le hacía al modelaje), los aretes de tu abuela, un colguije con un santo protector y una pulsera con más colguijes.
Cargas tu bolso, donde llevas: un imprescindible reproductor de mp3, tu celular, tu cartera, maquillaje (para sentir que la hora y media que pasas en el metro no es tiempo perdido), unas mentas rancias de tu más reciente (y aun así inmemorable) visita al SushItto que está a la vuelta de la oficina, un paquete de pañuelos faciales, un bolígrafo rojo y otro seco, tu carné de identidad para accesar al edificio corporativo, dos ligas para el cabello (sin importar que tu nuevo corte no alcanza ni para hacerte una pequeña coleta) y una docena o más de papeles varios (recaditos de tu amiguis, un recordatorio, una lista del súper, báuchers y el recibo telefónico).
Y, como decía, sales de tu casa.
En el callejón donde vives no suele pasar mucha gente, así que temes que algún hombre se interponga en tu camino y te arranque la inocencia y, ya entrados en gastos, la virginidad (ésa que recuperaste después de que te la robara el novio de tu prima). Pero eso no pasa. Llegas a la avenida, donde debes tomar un microbús que te lleve al metro. Entonces temes que un tipo suba y, con la fusca en la mano, te obligue a despojarte del reloj, los aretes, los colguijes y la cartera. Pero eso no pasa. Llegas a la estación del metro y bajas hasta el andén. Entonces temes que algún ocioso meta la mano a tu bolso y se quedé con tu celular, o te empuje o decida tirarse a las vías y te robe un día de trabajo o la vida entera. Pero eso no pasa. Te subes al vagón exclusivo para damas, escuincles y viejos. Entonces, de pronto, recuerdas los atentados de Atocha, los de Londres... y, por primera vez en el día, te sientes segura. Sabes que, de todos tus temores, éste sería el más injustificado de todos, y no porque en nuestro país no haya terrorismo —oh, no—, sino porque, gracias a Marcelo Ebrard, ahora hay un escuadrón altamente calificado para combatir los ataques de esta índole que ocurran en los vagones vacíos del metro Chilpancingo a la medianoche. Así que, bamboleándote en un vagón atestado de malos humores, le das las gracias a Chelito. San Chelito, patrono de los esfuerzos inútiles. "Ojalá que pronto", piensas, "mi San Chelito organice una policía contra ataques extraterrestres".
***
PS. También habrá perros, y simulacros en hospitales. No, ps sí, estamos súper primermundistas. A veces despierto y, cuando salgo a la calle, no sé si estoy aquí o en Viena.
jueves, 19 de junio de 2008
Nunca estaremos suficientemente protegidos
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 10:29
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6 comentarios:
¡Mal rayo me parta! "bastardo, "rubia", "carné de identidad"
¿onde vives?
JAJAJAJAJAJA de hoy en adelante le rezaré a San Chelito nada más.
Apreciable martxele,
Ante tus comentarios solo cabe dicer esto: "de la abundancia del corazón hablanm los labios". por qué piensas que todo esta tan mal con los demais? ¿Será que algo va mal contigo? Suenas a un ser inconforme con el mundo en el que vive... y es ua pena. Si vieras, que la vida tiene cosas muy buenas.
Ha por cierto! San chelito salvador es la neta.
(No tan apreciable)Romario:
Es una crítica a los tres términos como de libro (traducido) que Tinajero usó para describir la realidad de la ciudad de san Chelito ¿cual es la bronca? ¿Inconforme? oh sí, muy cierto. Por lo demas, Tinajero sabe bien quien y como soy.
Sí, lo sé, y le doy la razón a romairo. Get a life. Éste es mi blog y, aunque admito comentarios, es cansado estar leyendo a una persona que lo único que sabe hacer es criticar a los demás. Thank you, but no thank you.
quisiera que me pasara lo mismo, eso de pensar que estoy en viena!
uhms!:/
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