Nuevamente fallido.
Pero no se angustien, que ahí viene el (que todavía es) quinto. Jeje. Yo y mis albures, caray. Espero que quien me entierre (sin albur) tenga la delicadeza de incluir uno en mi lápida. No sé cuál, pero uno. Y, bueno, digo "incluir" porque tampoco quiero que mi lápida se reduzca a eso. O sí, no sé. Hay tantas cosas que no sé. Por ejemplo: cómo empezar el texto de mil quinientos caracteres que debo mandarle a Guillermo antes de que cante el gallo (metafóricamente hablando, porque en Mixcoac, al menos en esta zona, no hay gallos).
Bien, después de todo, el intento no resultó taaan fallido. Pero fue malo, eso sí hay que admitirlo. Y, vaya, no se tomen tan a pecho eso de la lápida. O ¿qué? ¿Me quieren ver muerta pronto? A quien diga que sí, lo voy a censurar. Sólo por razones estéticas, aclaro.
jueves, 12 de junio de 2008
Cuarto intento por retomar la escritura cotidiana en el blog
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 21:23
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