Hace cientos, quizá miles de años, cuando Tinajero aún no era Tinajero sino sólo el germen de lo que sería, un rayo cayó del cielo a mitad de un solitario bosque. Se produjo un incendio. Murieron las aves y, ese otoño, la hojarasca fue de ceniza. Los ríos continuaron su camino. Los lagos ignoraron el suceso. En una piedra, al pie de un cerro, aparecieron las letras de un enigma. Cientos, quizá miles de años después de aquel evento, Tinajero pasó por aquel paraje, todavía yermo. Leyó una y diez veces las palabras del enigma. Giró sobre su eje. Caminó cuesta arriba. Caminó cuesta abajo. Se rascó la cabeza y se talló los ojos. Cinco días después, abandonó el lugar.
Al sexto día, una anciana del pueblo contiguo vio pasar a Tinajero de regreso hacia la floresta. Llevaba los pies descalzos. Llevaba una sombrilla. Llevaba flores. La anciana le dio los buenos días. Tinajero la saludó, cortés y sonriente. Han pasado quince meses desde entonces.
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Tinajero todavía busca roomie. Favor de comunicarse a la extensión menos extensa.
viernes, 11 de abril de 2008
La respuesta
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 11:37
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1 comentario:
Este post me gustó.
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