Es un reto. Que la vida siga su curso, el cauce tranquilo de las cosas cotidianas; que la literatura nazca de la imaginación, que sea ficticia, que sea una verdadera creación. Desprenderse de Capote, acercarse a Oscar Wilde (a Flaubert, a tantos). Se puede. Seguro que sí.
sábado, 19 de enero de 2008
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