domingo, 16 de diciembre de 2007

Versos prestados

"Soy la furia salvaje de una criatura
abandonada en el monte
sin conocer más padre que el sol que ha requemado mi epidermis
ni más madre que ese lamento gris de tierra
que indefinidamente me derrumba y me levanta".

"Mi corazón se espiga frente al mundo
como una inmensa lágrima caliente".

"¡Ingenuidad!
Qué saben ellos
de ese recóndito embrión
urgiendo mi presencia bajo un cielo de ruinas.
Qué saben de ese embarazo antiguo gestando desde siglos
un hijo despatriado que no logra nacer
ni abortar de mi vientre
cuando resbalo y caigo".

"Pero eso fue ayer. Ayer,
en el tiempo de las brasas frescas.
Hoy todo es distinto.
Sé mi condición de madre
y de Dios su condición de hijo,
y un desgajado sol de otoños dulces
dilata mi corazón y lo revienta en grito:
¡Mi hijo! ¡Mi hijo!
Con un temblor de voz que supera todas las ternuras.

De blasfemia han tachado mis urgencias.
Dicen que Dios no reirá jamás entre mis labios
ni llorará en la cuenca de mis ojos tristes.
Seré siempre la anónima, la gris, la desterrada
para quien sólo existe por patria
un índice de estragos y de hogueras".

"Yo no puedo evitar mi índole espontánea:
soy una cascada de torsos al desnudo".


***
Nota de Tinajero: Todos los versos son de Enriqueta Ochoa (Torreón, 1928), de un poema titulado Las urgencias de un dios. Escribió esto a los 21 años. Más allá del tormento, me gustan algunas imágenes. Me gusta que sea de Torreón. Me gusta pensar que Torreón no existe.

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