Tuve dos pesadillas, ambas entre las 2 y las 4 de la tarde. Creo que fue por culpa de la "borrachera" de anoche (que consistió en embriagarme de entusiasmo/ganas de divertirme), por el sol que me pegaba en la cara y por... Nomás por eso. Las narraré en presente, porque me da flojera estar pensando en la conjugación.
1. Gira a Torreón, reloaded.
Llegan mis compañeros a Torreón. Ellos piensan que vamos a dar función, pero se dan cuenta (una vez que han llegado a la ciudad) que faltan dos actores: que viajaron durante toda la noche con dos actores menos de los necesarios para dar la función. Y esos dos actores faltan porque yo no los localicé. Y no los localicé porque -obvio, según yo- la idea del viaje no es dar una función en Torreón, sino solamente ir y estar en Torreón. Evidente para mí, no así para ellos. La cara de Mónica, con lágrimas de sangre en los ojos (es su culpa por haber estado en Fausto), es de película de terror.
2. Muchas mujeres
No me siento tranquila revelando los detalles de esta pesadilla. La trama de algún modo se desprendió de la anterior, a partir de una escena que ocurrió en una lavandería. Ahí estaban algunas mujeres significativas en mi historia emocional. Soy machista en mis sueños: por eso, cuando sueño, las mujeres se congregan en espacios destinados para la realización de labores domésticas. No, no es cierto. Soy machista en mi vida. Sobre el resto de la pesadilla, bah, nada demasiado relevante y/o novedoso.
Ah, claro. Cabe señalar que todo esto fue un somnos interruptus. Primero me llamó Teresa. Agradecí la llamada porque estaba cargada de buenas noticias. Luego me llamó mi hijo. Me dijo que era él ("Mamá, soy yo") y que tenía un problema ("Tengo un problema"). Le colgué. Ya no le dije, pero ahora que llegue a la casa lo verá: va a tener no uno, sino dos problemas. Primero le voy a quitar ese maldito acento naquito que se le pegó no sé dónde, y después le voy a advertir que si vuelve a llamarme cuando estoy tomando una siesta, que ni espere ayuda. Esta juventud descarriada. Y no, nada de lo que escribí en este párrafo es: a) un sueño, b) falso. ¿Debí llamar a la procu para decir que mi hijo no-nato -con voz de un cabrón de 27 años- me llamó para decirme que tenía un problema? ¿O sí tengo un hijo y nadie me avisó? ¿Por qué siempre soy la última en enterarme de todo?
***
Nota del emo: Éste no es el post que quería escribir. Esto no es lo que debió ser, sino lo que fue. Yo sólo quería escribir por aquí que debo desarrollar la idea que me dio el buen amigo Julián ayer por la noche. Pero... pero... como todo se fe al diablo, ahora me pondré a llorar. Bua. Soy un emo y los emos sólo sabemos llorar. Bua.
sábado, 15 de diciembre de 2007
Cruda de un sábado por la tarde
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 11:41
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