lunes, 26 de noviembre de 2007

Fragmentos colgados de un alambre

¡Oh, Lisboa, mi hogar!
Bernardo Soares


I.
Por las calles circulares de la memoria,
en espiral desciendo y,
lleno de margaritas, llego
-olvidadas las tardes- a Lisboa.

Un muro:
blanco, incandescentes
voces se desprenden.

El luto de la tarde inmarcesible,
María, me rompe el alma.

II.
Quisiera dormir, volver a los sueños
como quien hilvana frases
de una historia inexistente,
fugaz, flexible.

Imagino mi sombra un tanto más volátil
y me arriesgo:
perdí los miedos.

Por la frontera de los pasos
anida el mar.

Si todo fuera tan fácil
como izar las velas...

III.
El tranvía pasa
con el ruido cansado de los viajantes.

Se dirige a cualquier lugar,
a los barrios más iluminados y desiertos,
se pierde detrás de sus pisadas.

Hubo un momento quieto
-llegué a pensar:
divino-
de mutismo universal.

Tras esa incómoda revelación
de lo inefable,
volví la luz contra los ojos:
la pesadez de la existencia
golpeando las ventanas de mi cuarto.

IV.
Tres noches más abajo,
incrustado a mitad de un pensamiento
casi verdadero,
me descubrí humano.

He optado por olvidar semejante idea:
tanta sinceridad me enferma.

V.
Esas orillas del Tajo, las tabernas,
mujeres, esos ruidos:
nada es real ni por asomo.

Poca cosa sería si lo fuera.

Es preferible inventarlo,
decir que estuve
donde sólo en ficciones
creí haber estado.

Más, sería mentir,
y tampoco me interesa.


***
Aragón
2003

1 comentario:

Rodricus dijo...

Perdona, Tinajero, pero estoy sumamente sorprendido, aunque quizá no debería. Es esta ignorancia de ti, ya sabes, la que me pone así.

Qué fuerza abrumadora. Y esa mirada tan penetrante. Es para partirse en dos o tres. Me gusta.

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"incrustado a mitad de un pensamiento /
casi verdadero, /
me descubrí humano."

Hey, there´s no need for name calling! - A. Monk