Y... nada, que estoy decaída y triste. Posibles factores a los que podría deberse mi estado anímico:
1) Cansancio.
2) Anemia.
3) Tensión (o, para usar el conocido anglicismo, estrés).
4) Decepciones.
5) Karma.
6) Acomodo astrológico.
7) Una suma de los factores 1 y 2.
8) Una suma de los factores 3 y 4.
9) Una suma de los factores 5 y 6.
10) Una suma de los factores 7, 8 y 9.
Ahora que estoy así, por las razones que sean, me acuerdo que hace mucho tiempo un tal Vicente me conminó a que oyera una canción de Joaquín Sabina, 'Más de cien mentiras'. La oí. No me ayudó en mucho (o en nada) a aliviar mi tristeza en aquella ocasión (las penas ajenas no sirven para curar las propias), y creo que tampoco lo haría esta vez. Sin embargo, he aprendido algo gracias al tal Vicente y su canción: no hay momento más tranquilo en mi día que cuando acaricio a Romina, y no hay felicidad verdadera que no provenga del alcohol.
viernes, 26 de octubre de 2007
Tenemos memoria, tenemos amigos...
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 21:59
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