martes, 30 de octubre de 2007

No Ending

I've
Seen you hanging from blistering skies
Holding yourself with a grace that defies
Law after
Law as well spit in the eye
Fall on me when you come down

La carretera se abre camino sobre la arena. Una línea parda hasta el horizonte. Quizás ahí acabe todo. O no. A 140 kilómetros por hora, sin destino conocido, sin domicilio fijo, solo...

You've seen me panic
And
Kick without sight
Of any danger except what I might
Know of myself and
See in you
Tonight
Fall on me when you come down

Y "no sé a dónde voy ni quién me lleva. Solo y sin alma el pensamiento sigo que al sol me dice que la vista atreva". Arena cristalizada: la rosa del desierto. Estática, perenne, inviolable, eterna. Y perfecta. Cualidades todas que no sirven para un carajo.

The air is thin and hard to breath,
With
Sweetness that you lost to me
Despite this noose around our kiss,
I try to tell myself
This is
No ending

Recuerdo que alguna vez tuve... ilusiones. Pensé, imaginé, me reí. Volaba y sentía el aire sosteniendo mis huesos. He dejado mi equipaje en tantas casas. Estas botas han pisado algunos mares. Ahora no. A 210 kilómetros por hora no siento pena. No hay dolor. También esto es cierto: no tengo nombre.

Seeing you buzzing from flickering signs
Bringing on warnings of
Incoming fire
Blood on your hands
From the tongue of a liar
Fall on me when you come
Down

La mujer se incorpora en el asiento trasero del auto. Mira hacia afuera. Se pasa una mano por la cara. Acomoda sus chinos revueltos, empapados en el sudor de un mediodía. No sé si está sonriendo o está triste. El efecto del retrovisor me hace concebirla lejana. Saca la cabeza por la ventanilla. Sus palabras se las lleva el viento. Estiro la mano hacia atrás y me prendo de su falda. Aspiro fuerte. Muy fuerte.

The air is thin and hard to breath,
With sweetness that you lost to me
Despite
This noose around our kiss,
I try to tell myself this is
No ending
No ending

Yo pertenecía a esa boca, y la besaba con unción, con reverencia, con sagrado temor: frases sustantivas que han perdido la sustancia. A veces hurgaba en ella con mis dedos toscos. Otras veces la dejaba caminar sobre mi espalda. Nunca la oí hablar. Eso era el silencio de dios. Un silencio eroscida.

Leaving
Alone and
I see you're still breathing
Head out of sight
But the neon's
Deceiving,
There is no danger of you
Getting anywhere here

Hace ya mucho que dejé de ver el camino. A 300 kilómetros por hora, todo es relativo. Y, sin relación alguna con nada, con nadie, lo relativo deja de serlo. Todo es absoluto. El absoluto se vuelve nada. Sin embargo... Estas palabras pesan. Son plomo sobre el cielo plomizo de un atardecer. Aquí tampoco hay muerte. Sólo esa carretera que se abre camino, indiferente a mi falta de propósito. Sólo un cuerpo que rueda. Un arbusto haciendo piruetas en el desierto. Seco, marchito, estéril. Incapaz de sentir dolor. Extranjero para la vida y para la muerte.

I know I'm prone to rushing
In with
No pretence of listening
Despite this noose around our kiss,
I try to tell myself
This is
No ending. No ending
Fall on me when you come down

1 comentario:

Rodricus dijo...

Este texto enmarañado y con voces de desesperación me recordó el que quizá sea el poema más famoso de mi maestro Guillermo Fernández. Mind if I share it to you?

Carta de Nonoalco

“LOS MUEBLES SE HAN QUEDADO MÁS QUIETOS QUE NUNCA.
Los miro fijamente y perforan sus sitios hasta
desaparecer.
La miseria anda medrando en las sartenes vacías,
las cucarachas se fueron sin decirme adiós.
En fin, todas nuestra cosas andan atontadas,
cuchichean en los rincones,
escapan al tacto
y yo sé que no duermen,
que cuando apago las luces se amotinan tras la puerta
o se van a la ventana pensando no sé qué.
Cuando estoy a la mesa con las migas amargas
se ocultan a mis ojos,
cambian de sitio,
me maltratan,
me abandonan a la siempre recuperable soledad.
Qué pequeña resulta la casa sin tus pasos.
Todo te lo llevaste:
los planos del espacio,
las palabras atmósfera y oxígeno,
lo frutal de tu silencio despeñándose en la luz,
las cartografías del sueño y de la libertad.
Estoy clavado por tu silencio enorme,
por la tristeza que te guía como perro de ciego,
por tu fe despilfarrada en las criaturas de las fábulas,
por la mano acariciadora del espanto,
por tratar al desamparo cara a cara y saludarlo
distraídamente,
por el aire difícil que tú confundes con un huerto de
naranjos.
Si abro la puerta, la casa se inunda de una ira amarilla,
la envidia entra a calcinarme los huesos
porque nunca he odiado como ahora,
porque sólo me faltan tus sollozos para ser feliz.
Conoces mi desgano de inclinar la cara hacia
las tumbas,
de caminar por las semanas de las mutilaciones
como un viaje emprendido hacia ningún lugar,
hacia el cadáver remoto que tal vez me necesita,
del momento que se tiende a lo largo del lecho para
ofrecerme lo que la carne recuerda como un galope
perdido.
Camino ausente de mis pasos.
Pregunto por mí en el alcohol del llanto
y no me respondo.
Las palabras nada saben,
asumen el dominio de un imperio soñado.
Vuelvo a la sospechosa paz de Nonoalco
a respirar la sombra de una ráfaga inmóvil,
a pensar en las redes del último juego
del que el hombre se levanta como la única bestia
coronada.
Ya no sé si estoy vivo o muerto.
Ven a decirme la última palabra.”