Ante la sobredosis de ciudad, un poco de desierto para iluminar los corazones.
martes, 31 de julio de 2007
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Una vez que hubo encontrado su camino, Tinajero el navegante llamó a sus falsos camaleones, los metió en una jaulita de hierro forjado, levó ancla, izó las velas y se hizo a la mar. 'En otros lares', pensaba para sí, 'estos falsos camaleones vivirán mejor'.
6 comentarios:
leí unas cosas bonitas del desierto en una biografía de mahoma si después encuentro el libro lo copio
Man Walking Away from it all-->
http://www.josephklevenefineartltd.com/NewSite/Artists/81Ruscha.jpg
- "se pone la cámara, se enfoca y se pachurra el botoncito"
Y mira qué buen resultado.
Lo bueno de los desiertos es que ahí te tientan tres veces y alucinas cosas muy locas.
la fina línea de la ironía en cuanto a cristo y sus 40 días en el desierto termina ahí donde memo núñez escribió "Si Jesús viviera en nuestros días, habría ayunado 40 días en el estacionamiento de Perisur", más allá de eso sólo hay peladez
y ahí es donde se encuentra tu comentario, en un desierto de peladez
por último, y hablando de referencias literarias, ¿recuerdan ese cuento de borges intitulado "los dos laberintos"?, creo que viene en el aleph
lo copiaré en un comentario si lo encuentro
Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus arquitectos y magos y les mando a construir un laberinto tan perplejo y sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan venturosa fortuna que derribo sus castillos, rompió sus gentes e hizo cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que veden el paso." Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en la mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con aquel que no muere.
viéndolo en perspectiva, creo que el cuento es ligeramente arabofóbico
Publicar un comentario