Desde el avión, todo se veía pardo y seco. Cuando aterricé, vi que no era un efecto óptico.
lunes, 2 de abril de 2007
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Una vez que hubo encontrado su camino, Tinajero el navegante llamó a sus falsos camaleones, los metió en una jaulita de hierro forjado, levó ancla, izó las velas y se hizo a la mar. 'En otros lares', pensaba para sí, 'estos falsos camaleones vivirán mejor'.
Desde el avión, todo se veía pardo y seco. Cuando aterricé, vi que no era un efecto óptico.
Publicadas por María Fernández-Aragón a la/s 09:39
1 comentario:
yo me emocioné cuando un niño gringo como de 6 años gritó desde el avión que la ciudad de méxico debía de ser la más grande del mundo, pero me sentí triste cuando su padre le respondió que probablemente era shannghai
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