viernes, 5 de enero de 2007

Millions of peaches

En Torreón no hay duraznos. No que yo sepa. Hay nogales, eso sí, y palmeras que dan dátiles -palmeras camelloneras, les llamamos en la familia, por obvias razones. En Parras de la Fuente hay... vaya, pues hay parras y vides y uvas de las vides y vino de las uvas de las vides. Cerca del Río Nazas, por las ajueras de la ciudad, se pueden ver sembradíos de jitomates, aunque allá les dicen sólo 'tomates', y los distinguen de los otros porque a ésos, a los verdes, les dicen cariñosamente 'tomatillos' (pronúnciese bajando el tono en la 'i' para emular el perfecto acento lagunero). También hay melones y sandías. Pero duraznos, lo que se dice duraznos, pues eso sí que no hay.

Movin' to the country, gonna eat a lot of peaches
I'm movin' to the country, I'm gonna eat me a lot of peaches
I'm movin' to the country, I'm gonna eat a lot of peaches
Movin' to the country, I'm gonna eat a lot of peaches

Y será porque mi adolescencia pasó con canciones de Nirvana, con el grunge y los videos de MTV -cuando em-ti-vi era buen canal para ver videos-, con el one-hit-wonder de los Presidents of the United States, y porque sobre todo pasó en Torreón, o quizá por otras razones, pero no hay duda que los duraznos me hacen pensar en Torreón.

Peaches come from a can, they were put there by a man
In a factory downtown
If I had my little way I'd eat peaches everyday
Sun soakin' bulges in the shade

Pienso que los duraznos me hacen pensar en Torreón porque, pensándolo bien, sí hay duraznos en Torreón. Enlatados. Congelados. Importados de los Yunáited. Duraznos en una lata, que fueron puestos ahí por un hombre en una fábrica en el centro.

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