sábado, 25 de noviembre de 2006

Malinalco

Hoy me levanté muy apenas, con arena en los ojos, con una mujer que musitaba palabras a mi lado, que me agarraba las piernas con sus piernas -que son las orillas donde me sostengo para no caer- y me veía. Y al fin, sin querer abandonar esa zona minúscula de felicidad efímera, que se me escapaba y se me escurría entre los dedos como oro líquido, me levanté de la cama, tomé su cara entre mis manos y le dije 'teamo', con una inflexión de verdad que puedo reconocer en mi voz. Nunca en dos ojos puse tanto amor.

Antes hacía apuestas sobre el futuro. Me imaginaba haciendo algo, viviendo con alguien. Porque lo deseaba. Mis deseos se quedaron siempre incumplidos. Esta vez, no quiero imaginar. En este presente que me asalta en Malinalco, en una enorme casona como la que querría tener con ella, ni siquiera puedo pensar. Hay ruido alrededor, dos gatos a blanco y negro en el jardín, y un juego de billar sobre fieltro rosa. No, pensar ya no. El dolor es demasiado como para, además, ponerme a pensar.

Y basta.

Mateo 25, 14-30

No hay comentarios.: