sábado, 11 de noviembre de 2006

El amante idiota

- No me mires así.
- Te miro como se me da la gana.

Le aventó la ropa. Giró rápido, se cubrió la cara.

- Vete.
- Déjame explicarte...
- ¡Lárgate de una vez!

Se fue andando andando lentamente, y silbando, y dando pasos largos y confiados, y llorando con estilo, con su estilo de príncipe desterrado, haciendo gala del apodo que bien merecido se tenía, que se ganó a pulso desde la primera vez, y del que se hizo más digno conforme más tiempo pasaba. Él era el Amante Idiota, el burócrata de las relaciones fallidas, el oligofrénico, el inútil, el hijo bastardo que procreó el dios amor con la diosa de los menesterosos imbéciles. Para todos los demás, que no eran sus amantes, él se hacía pasar por Juan Castrado.

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