jueves, 28 de septiembre de 2006

Noche siete y media

Ocasionalmente, el crujir de la madera coincide con una exhalación llena de ayes, o con una inhalación cargada de ihhhs. Con el ritmo sincopado, la cabecera de la cama acompaña, y un murmullo lejano de barcos sirve de basso obstinato.

Do not disturb
(al margen, y con caligrafía dispareja)
epidemia: peligro de contagio

Da capo hasta el agotamiento.

(a mano, margen superior, con delineador de labios marrón)
Still
Do not disturb

Duerme Pojmanski, curvada sobre el espacio-tiempo. Son infinitas sus maneras. Pasearme, perderme en los desiertos de arena mojada que me rodean. No había conocido antes alguien que fuera fugaz y que hacia adentro se abriera como una granada sin fin, compuesta por un millón de piezas que sólo en ella se ajustan a la perfección, que en cualquier otro lugar causarían extrañeza, asombro, prurito o mero desconcierto. Como sus dos ojos por los que respira como pez. Como su boca... que no puedo describir, no me atrevo. Como los dedos de sus pies y sus manos, y sus pezones como castañuelas mordiéndome la espalda.

Duerme mi cometa fatigado, duerme. Aun soñando estaré prendida de tu cauda luminosa. Duerme... duerme...

3 comentarios:

Anónimo dijo...
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María Fernández-Aragón dijo...

... lo único que me asaltó por la mañana fue el frío de ver desaparecer a Uncometa por las faldas de una montaña estilo neoclásico, atrás de un grupo de girlscouts vestidas de rosa riguroso... justo como Pojmanski, pero la diferencia es que a ella se le ve bien todo, y más el rosa, pero también el blanco, y tampoco le va mal el azulado o el amielado. Consultá vos la duda, que tenés ahí a una estudiante de Letras.

Anónimo dijo...
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